sexo íntimo

No es lo mismo tener sexo y vivir la intimidad. La intimidad es algo que va más allá de sostener una relación genital: es estar casi dentro del alma del otro. Aquí te decimos cómo rebasar la mera copulación y llegar a un vínculo amoroso donde lo que se moja es el espíritu de la pareja y los cuerpos. 

1. Shhhhh: No Hablar

A menudo, cuando pensamos en la intimidad, pensamos en algo parecido a los secretos. Si bien es cierto que hay algo íntimo cuando verbalizamos nuestros pensamientos y deseos más íntimos durante el sexo, también es excitante cuando dejamos que el que hable sea nuestro cuerpo. Dense señales, aprendan a leer los movimientos de la pareja. Descubrirán cosas que no sabían que podían sentir. 

La verdadera intimidad con un amante sucede en los momentos de silencio donde la conexión de da más allá de las palabras.

2. No lleguen al orgasmo… por un rato

No se espanten, será sólo por un momento. ¿Han escuchado eso de que “lo que importa no es el destino sino el camino”? Lo mismo ocurren el sexo. Mientras que hay informes de que las mujeres pueden tener 11 tipos diferentes de orgasmos, los hombres han aprendido a que si no llegan a la eyaculación no tuvieron sexo. Hemos entendido mal el destino de que el sexo sea el orgasmo, y al hacerlo, nos robaron algunas oportunidades potencialmente poderosas para el placer y la intimidad.

Disfruten del momento de tocarse poco a poco cada parte de su cuerpo. Aprendan a ser pacientes. Estimulense por turnos justo hasta el momento previo al orgasmo y móntense en la cabalgata del sexo cuando ya no puedan más; sentirán un éxtasis insuperable.

3. Hagan una burbuja de tiempo

Vivimos en un mundo acelaradísimo de 140 caracteres por segundo. Poco a poco todo se ha vuelto un “hacer” en vez de “ser”. Saquen el sexo de su lista cotidiana de tareas y busquen como pareja un momento, un día, un fin de semana completo donde sólo se dediquen al placer de la carne.

El flujo de su energía libidinal explotará de mil maneras distintas al estar enfocados sólo en eso. Recomendamos saborear cada momento de sudor, penetración y flujos. No se apresuren.

4. Desnúdense uno al otro

Imaginen que el cuerpo del otro es un regalo. Ustedes lo destapan, lo ven y les agrada. Pero al romper la envoltura descubren la intención de quien se los dio y ven más allá de lo se les ha dado. Desnudar al otro de la ropa también lo desnuda de sus tabúes, prejuicios y miedos.

No dejen de practicar este intercambio generos y dejen atrás esa práctica degenerativa del amor de tener sexo con ropa (¡o con calcetines!) ¿Ustedes se comerían un dulce sin quitarle la envoltura?

5. Respirar

Jueguen a respirar juntos. Provoquen que esta técnica de meditación sea fuente de placer. Dense un abrazo, sencillo pero duradero. Desaceleren el ritmo general de sus vidas y bajen poco a poco al estadio del momento. Inhalen y exhalen juntos, al mismo tiempo, para crear un lapso de quietud total. Esta coordinación al respirar se traducirá en una relación sexual comunicada, llena de consideraciones para el otro. Lo más seguro es que así lleguen juntos  a la cima del placer y se queden ahí un rato donde nadie los vea.

6. Que no falten las miradas

El contacto visual siempre genera una conexión distinta, mágica. Sin embargo, es común que durante el sexo cerremos los los ya sea para gemir, aullar o gritar. También hay quienes los cierran para sentirse menos vulnerables. Ahí la clave: mírense como acto de valentía de estar uno junto al otro, como acto de afirmación, no de ocultamiento. Déjense ver, compartan con su amante eso que sienten a través de la mirada.

Mirando a los ojos de su amante en el momento de la liberación podría ser la definición misma de la intimidad.