El auge de los teléfonos inteligentes (smartphones) y la progresiva digitalización e internacionalización de las redes telefónicas basándose en cables de fibra óptica han sido clave para facilitar el trabajo de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, en sus siglas en inglés). Aparentemente, la organización espió a 35 líderes internacionales, incluidos la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.

El 9 de septiembre, el semanario alemán Der Spiegel, basándose en documentación sustraída por el exanalista de la NSA Edward Snowden, revelaba que los servicios de espionaje estadounidense y británico habían dedicado tiempo y esfuerzo a vulnerar —con éxito— la seguridad de los tres sistemas operativos para smartphones más populares: iOS (Apple), Android y Blackberry.

Los smartphones, con su capacidad de reunir en una única base de datos contactos, fotos y, en algunos casos, la localización y hasta los números de tarjeta de crédito de sus usuarios, han sido un objetivo prioritario de las agencias de espionaje por su capacidad de proporcionar información relevante.

Por otro lado, con la fibra óptica la distinción entre voz y datos no tiene sentido. “Ya casi todas las comunicaciones telefónicas pasan, en un momento u otro, por la misma red que el resto de datos”, afirma Chema Alonso, consultor de seguridad informática y autor del blog Un informático en el lado del Mal.  “Y una de las primeras revelaciones de Snowden fue el llamado programa Tempora: el espionaje británico, con la connivencia de las empresas telefónicas, había intervenido los grandes cables de fibra óptica que conectan Europa con Norteamérica, que pasan por Reino Unido”.

“Imaginemos que Angela Merkel llama por teléfono a Estados Unidos”, explica Alonso. “Como la NSA tiene el teléfono de Merkel, cuando una llamada desde ese número entra en el cable transatlántico, ellos lo saben. Y, gracias a que las compañías telefónicas estadounidenses colaboran con la NSA, saben con qué número de teléfono ha hablado y por cuanto tiempo”.

El espionaje, por ahora y en principio, solo afecta a las llamadas internacionales. “Para las locales haría falta entrar en la red de la telefónica nacional, lo cual es muy difícil sin la connivencia de alguien. Que se sepa, no ha pasado”, afirma Alonso.

¿Y esta clase de espionaje se puede extender indefinidamente? ¿No se puede descubrir? “Sí, se puede, pero es muy complicado. Habría que pararlo todo y llevar a cabo un análisis forense de la red”, señala Alonso.

Eso sí, a pesar de tanto avance tecnológico, según ha afirmado el diario británico The Guardian —también con información facilitada por Snowden—, los servicios de inteligencia lograron los números de teléfono de los líderes a vigilar por el método más tradicional del espionaje: compartiendo agendas con diplomáticos y militares.

El País