Los Secretos del Xibalbá –Historia de Mesoamérica–

Primera Parte: La Serpiente Emplumada en Teotihuacan

 

La antigua Teotihuacan o ciudad de los dioses, recibe al viajero imponiendo sus dos grandes construcciones rituales: La Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna. Desde la época del posclásico hasta el día de hoy, la antigua ciudadela con sus basamentos y su Calzada de los Muertos, cautiva la imaginación de los visitantes, sus piedras añejas son testigos silenciosos de lo que alguna vez fue uno de los centros de poder más importantes de Mesoamérica, incluso más grande que el mismo Imperio Romano.

Poco se sabe de esta gran cultura desarrollada durante el período Clásico, es decir entre el 100 d. C. al 900 d. C.; no obstante, las recientes excavaciones y traducciones de trabajos extranjeros, nos permiten acercarnos a este período de la historia nacional. Ubicada en el actual Estado de México, la cultura teotihuacana vio sus inicios al final de la época Olmeca, al principio sólo era un pequeño centro urbano, y según algunos especialistas como la arqueóloga Blanca Paredes Gudiño, estaba sometido al poderío de la ciudad de Cuicuilco. No obstante, tras la segunda erupción del volcán Xitle, este centro de poder fue sepultado entre rocas y ceniza volcánica, por lo cual el vecino Teotihuacan comenzó a florecer y a colocarse como el principal centro de poder hegemónico del Altiplano Central mesoamericano.

 Durante el 200 d. C., Teotihuacan vio su máximo esplendor, tendió una red de influencia política y económica por las cinco regiones de Mesoamérica: Occidente, Altiplano Central, Glofo, Oaxaca y la Zona Maya. Testigo de ello son vasijas ceremoniales de origen teotihuacano que se han encontrado en tumbas de los reyes de Palenque y Tikal, así como alianzas militares entre Monte Albán y Teotihuacan. Sin embargo, hacia el 900 d. C., producto de varias crisis políticas, sociales y ambientales, el centro fue abandonado provocando la caída de este imperio, dando paso al siguiente período de la historia mesoamericana conocida como el Posclásico.

 Cabe aclarar que lo antes expuesto nos permitiría realizar tesis exhaustivas respecto a esta cultura, no obstante, el propósito de este artículo es sólo acercar a la problemática de este período, dando pie a próximos artículos e invitando al lector a acudir a fuentes mucho más amplias respecto a cada tema que el estudio de Teotihuacan nos sugiere.

 Si bien, como hemos mencionado, la cultura teotihuacana fue un poder hegemónico en el Altiplano Central, la falta de documentos de primera mano, nos limita en el estudio de esta civilización. No obstante, los vestigios arqueológicos y las fuentes de sus contemporáneos, principalmente de los mayas, nos facilitan un poco la comprensión sobre quién era Teotihuacan. En esta ocasión centraremos nuestra atención en uno de los elementos mitológicos más interesantes de esta cultura: La Serpiente Emplumada.

 La mítica serpiente emplumada, que los mexicas del posclásico llamaran Quetzalcóatl, tiene una simbología interesante dentro de la cultura teotihuacana; Karl Taube, comenta que la representación de este mítico animal lleva una relación directa con el elemento lluvia y agua. Recordemos que la deidad principal de esta cultura es el dios de la Lluvia, denominado por los mexicas como Tláloc, tal vez el Tláloc mexica es una herencia cultural de los ancestros teotihuacanos, pero es importante señalar que para estos antiguos habitantes del Altiplano Central, Tláloc está relacionado con la guerra y el poder militar. En los murales y relieves de esta cultura, se observa un elemento distintivo de este dios: las anteojeras; incluso en enterramientos se han encontrado estas anteojeras hechas de concha nácar, se piensa así que eran símbolo representativo del dios y de los grandes guerreros.

 Por otra parte, la religión teotihuacana guardaba una relación estrecha con la montaña como elemento sagrado, pues en su cima habitan las nubes, mismas que arrojan las lluvias benéficas hacia las sementeras, las cuales a su vez, son el aliento del dios Tláloc que sube de los lagos por medio del viento hacia los cielos. Es precisamente este viento mágico el que encarna la Serpiente Emplumada Teotihuacana. Dentro del sitio arqueológico se puede apreciar el Palacio de Quetzalcóatl, ubicado dentro de la Ciudadela, en el cual sobresalen en relieve, rostros de este mítico animal sobre una corona de plumas, en bajo relieve se observa el cuerpo serpenteante cubierto por plumas similares a las del quetzal macho; sin embargo, lo interesante aquí es comprender que el quetzal es un ave oriunda de la zona maya, bastante lejana de la región del Altiplano Central. Esto tal vez nos dé una idea de la comunicación cultural entre toda Mesoamérica.

 Es justamente aquí, en Teotihuacan, donde nace la primera representación de la Serpiente Emplumada que se heredará durante siglos hasta la llegada de los españoles, estamos hablando pues de una serpiente de cascabel cubierta por largas plumas verdes de quetzal. En el mural de los Animales Míticos, se aprecia a varias serpientes emplumadas, reptando entre olas marinas acompañadas de cocodrilos, jaguares y peces-ave que arrojan torrentes acuáticos de las fauces; en otros murales de la época, vemos a esta misma serpiente emplumada, arrojar chorros de agua sobre tronos de gobernantes, bañándolos de su poder político-religioso; esto ha hecho pensar a varios autores, como Miguel Pastrana Flores, que Teotihuacan fue una ciudad regida por una teocracia, es decir por un grupo o elite sacerdotal más que por un gobernante monárquico.

Lo interesante aquí es que la Serpiente Emplumada de Teotihuacan es un símbolo del viento que lleva el agua bendita a las nubes para que Tláloc, cabalgando sobre ella, empuñando su temible relámpago, vierta este líquido vital sobre los campos agrícolas de sus hijos los humanos. Es por ello que al vomitar su agua sagrada sobre el trono del poder, legitima a los gobernantes como vínculo mítico entre lo humano y lo divino, dicho de otro modo, el agua proveniente de las fauces de la Serpiente Emplumada, es símbolo de auspicio político, dando así su sabiduría divina a quien se siente en ese trono a gobernar, por ello, suena interesante la idea de la teocracia teotihuacana, es decir, de un grupo de seres semi divinos que cuentan con la bendición de los cielos para dirigir a sus demás congéneres.

 Finalmente, según Taube, la escalinata del Templo de Quetzalcóatl de Teotihuacan, al estar flanqueada por serpientes emplumadas, es una manera simbólica de cabalgar sobre ella, como lo hace Tláloc, hacia el supramundo donde se encuentran los conocimientos divinos, los cuales el hombre común sólo puede adquirir mediante el ritual religioso bajo la intercesión del dios-sacerdote. Después de la caída de Teotihuacan, la figura de la Serpiente Emplumada seguirá siendo esencial para Mesoamérica, ya para el Posclásico, la cultura mexica retomará a este mítico ser como uno de sus dioses principales: Quetzalcóatl, hermano del dios Tezcatlipoca (el jaguar) con quien tendrá una constante lucha cosmogónica de suma importancia ritual y rica simbología, tema tal vez para otra emisión en Ecos del Pasado.

 Hasta aquí llegamos por el momento, no sin antes reconocer que este artículo sólo nos sirve para abrir boca y continuar en otro momento sobre la simbología de la Serpiente Emplumada. Nos despedimos deseándoles un excelente cierre de semana e invitándolos a dejarnos comentarios en este espacio. Un saludo y que la divina Serpiente Emplumada derrame el agua sagrada sobre sus hogares.