Si no estuviéramos determinados por la naturaleza a ser un componente funcional de los ecosistemas la crisis global no tendría solución, ni en lo ambiental ni en lo social como en lo individual estaríamos condenados a la autodestrucción. Por fortuna no es así. Sin embargo la cosa no es tan fácil. La funcionalidad ecológica de nuestra especie tiene que ser descubierta y después enseñada para materializarse. No todos tenemos esta suerte.

Como muchas cosas en la naturaleza los seres humanos nos regimos por la selección natural y se necesitan muchos para que los pocos prosperen. Así la conciencia de la naturaleza o la conciencia ecológica es un privilegio sólo para algunos pues en el avatar de nuestro tiempo muchos se quedarán en el camino sólo habiendo tenido como propósito el ser la cantidad que necesita la calidad.

“De lo bueno poco” dice el refrán, por desgracia vemos ya una depuración en muchos ámbitos. Los problemas de la salud, el hambre, los conflictos bélicos, el terrorismo la insensibilidad de los poderosos y las catástrofes ambientales. Pero también la desintegración  y violencia intrafamiliar las disfunciones en la sexualidad y los trastornos de la alimentación y el sueño entre muchas otras  van socavando la base de sustentación del planeta y la sociedad exterminando democráticamente a toda raza, condición social, nación o credo.

En este contexto, México presenta, a pesar de sus problemas, condiciones excepcionales para hacer surgir la nueva cultura global. Una que representa la transición a una condición de vida llena de plenitud, creatividad y felicidad para todos y para toda (la naturaleza).

El punto es continuar con la apertura, flexibilidad, solidaridad, alegría y amor que caracteriza a nuestra nación, sobreponiéndonos a las ambiciones, el despotismo, la amargura e intransigencia que campean nuestro tiempo.

Por otro lado el rigor de la ciencia se hace indispensable, dejar a un lado mitos y tabúes que solo nos limitan y degradan para hacer conciencia de que la naturaleza, y nuestra propia naturaleza en ella, es libre, feliz y rica en potencialidades.

Latinoamérica  y parte de Norteamérica también es campo fértil, de ahí Europa, Oceanía, Asia, y África, la menos favorecida, tienen su riqueza para asimilar el nuevo panorama. Pero así los mexicanos tenemos la enorme responsabilidad de inocular al mundo, contagiando nuestra vitalidad e ingenio a la humanidad entera. Somos conjugación privilegiada de tradición y modernidad, raíces y follaje. Somos la fuerza de guerreros y la humildad de vasallos que sabremos equilibrar la naturaleza con la sociedad, al estado con el pueblo, al campo y la ciudad, a los pobres con los ricos, las etnias y el mestizaje, a la mujer y al hombre, al cuerpo con la mente y, finalmente, a los padres con los hijos. Todo simplemente para Ser lo que somos: luminosidad en el sentido más amplio de la palabra; Ser y conciencia Universal.

La clave servir a la naturaleza, nuestra propia naturaleza.

Escrito por Eduardo García.