Diferentes tamaños, modelos, tejidos, colores y nudos. Todo lo que hay que saber sobre las corbatas para salir a la calle a la última

El uso de las corbatas está totalmente asimilado en la sociedad actual, pero antes de empezar a maniobrar con sus formas, mejor saber de dónde viene esta tradición tan varonilmente urbanita.

Chalinas. Estos complementos son los antecesores de las corbatas. Las chalinas eran un tipo peculiar de bufandas con volantes cuyo efecto era un pañuelo atado al cuello. Muy elegante en el siglo XVII pero algo anticuada si el objetivo es utilizarlo a diario actualmente.

Modas que llevan a otras y diseños que evolucionan para colocar en los escaparates y en los catálogos más seleccionados las mejores versiones de este accesorio masculino (y cada vez con más aficionadas femeninas).

Largas, cortas, finas, gruesas, de algodón, de lana, un sinfín de colecciones que hacen de los hombres unos tipos más elegantes.

Las más comunes son las corbatas de seda artificial, simplemente, por su uso tan duradero. La mejor opción es, sin duda, la de seda natural. Evitar siempre el poliéster áspero y decantarse mejor por un acabado satén y suave.

Corbata clásica. La versión más perseguida y usada por los hombres. Un sencillo nudo al cuello cuya parte delantera cuelga sobre la camisa sin llegar al cinturón. Así tiene que ser la medida exacta para no dar la sensación “de vestir de prestado”.

Corbata de broches. La eterna no recomendada desde el punto de vista estético, aunque sí práctico. Se engancha a la camisa con un pasador para evitar morir en el intento de hacer ese maldito nudo.

Corbata nueva. Una manera curiosa de denominar a las tendencias más modernas en el panorama textil. Estampados divertidos como las que ofrece Scalpers.

Corbatín. El “sibarismo” personificado. Aunque en elegancia no tiene competencia alguna, su extrema complicación para hacer el nudo se ha ganado muchos enemigos. También es el mejor aliado en los eventos protocolarios como las bodas y el esmoquin.

(Esquire)