Fue precursor de grandes artistas y muralistas, entre ellos, José Clemente Orozco, Diego Rivera, Francisco Díaz de León y Leopoldo Méndez.
El 20 de enero de 1913 murió solo y abandonado en una deteriorada vecindad del barrio de Tepito. Sus restos fueron echados a la fosa común, aunque algunas instituciones culturales han pedido que éstos sean rescatados para ser trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Dolores.

José Guadalupe Posada
(Aguascalientes, 2 de febrero de 1852 – Ciudad de México, 20 de enero de 1913) fue un pintor, ilustrador y caricaturista mexicano. Célebre por sus dibujos de escenas costumbristas, folclóricas, de crítica socio-política y por sus ilustraciones de «calacas» o calaveras, entre ellas La Catrina.

Guadalupe Posadas

Diversas actividades a nivel nacional, entre las que destaca la I Bienal de Grabado “José Guadalupe Posada” y la presentación del libro “José Guadalupe Posada. 100 años de su partida”, se llevarán a cabo a partir de febrero y hasta diciembre de 2013, en homenaje al connotado ilustrador mexicano, quien falleció el 20 de enero de 1913.

Se trata de un programa denominado “José Guadalupe Posada. Homenaje Nacional”, integrado por cerca de 100 actividades, entre cursos de verano, talleres, obras de teatro, música, ciclos de cine, exposiciones y la presentación de un libro.

Originario del barrio de San Marcos, en Aguascalientes, José Guadalupe Posada nació el 2 de febrero de 1852, en una familia compuesta de trabajadores y artesanos. Su infancia se vio marcada por un entorno conflictivo, producto de las luchas del poder de la guerra de Reforma.

De acuerdo con sus biógrafos, el caricaturista mexicano comenzó a crear sus primeros dibujos a temprana edad, pues ayudaba a su hermano mayor, quien fue profesor de primaria, a cuidar a los alumnos,

Su formación la obtuvo en la Academia Municipal de Artes y Oficios de Antonio Varela y siendo adolescente trabajó en un taller a cargo del impresor José Trinidad Pedroza, quien lo instruyó en grabado, reseña su biografía publicada en el catálogo de la exposición “Posada. El juego de la vida” de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Pronto, Posada se reveló como un extraordinario dibujante, aunque sus mejores habilidades siempre se centraron en el grabado, especialmente en lo que era entonces una nueva técnica, la litografía, a la que también incursionó gracias a Pedroza.

En esta primera etapa, creó ilustraciones satíricas que se publicaron en la revista “El Jicote”. En 1872 realizó litografías y grabados en madera que ilustraban cajetillas de cerillos, documentos y libros, además creó imágenes para periódicos como “Argos” y “El Ahuizote”, entre otros.

Posteriormente, se trasladó a León, Guanajuato, lugar en el que permaneció hasta 1888. Se dedicó a la estampería religiosa y al ámbito comercial, fue profesor de litografía e ilustro, entre otros diarios, “La Gacetilla” y “La Educación”.

La obra de Posada deja ver su ingenio y creatividad, a través de sus diferentes estilos y técnicas que dieron fuerza a sus imágenes, que retrataban escenas cotidianas.

De sus caricaturas, imágenes y grabados se mezclan el humor, la curiosidad, el horro y la indignación. A decir de los expertos, reprodujo una sociedad en crisis, marcada por la desigualdad e injusticia de la sociedad porfiriana, a la par que describió el espíritu del pueblo mexicano en la política y la vida cotidiana.

Luego de una trágica inundación en León, en 1888, se trasladó a la Ciudad de México invitado por el abuelo del poeta Octavio Paz, Irineo Paz, y colaboró en “La juventud libertaria”, como el primer caricaturista, convirtiéndose en el primer dibujante que tendría México.

Ilustró miles de hojas volantes con un sinfín de temas, paralelamente colaboró con otras imprentas y periódicos como “El monitor del pueblo”, “El teatro”, “Gil Blas” y alrededor de 70 periódicos más.

La obra de Posada es vasta, sin embargo, se le reconoce especialmente por ciertos íconos de la identidad mexicana, pues fue creador de las “calaveritas” y posteriormente diseñó la figura de “La Catrina”, este grabado se pensó con la idea de hacer burla a la clase alta del Porfiriato.