Es sorprendente cómo algo tan pequeño te puede arruinar el día por completo, pero pasa más seguido de lo que quisiéramos. La diferencia entre un buen día o un mal día puede ser por algo tan trivial como que te deje el camión.
Estás cosas con frecuencia no tienen verdadero impacto con el resto de nuestro día, pero no nos dejamos de enfocar en ellos, insistiendo que nos arruinaron el día.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.