¿Eres de las personas que se quedan paradas en medio del supermercado luchando por escoger entre varias marcas de arroz? Si tu respuesta es sí, ¡felicidades! Piensas demasiado.

1. Constantemente escuchas: “¡Sólo tienes que elegir!”

Si piensas demasiado, has oído esa frase un millón de veces. Para la gente es fácil elegir. Seguramente a veces lo es; por ejemplo: ¿preferirías a Brad Pitt o a tu esposo? Eso es fácil, pero cuando piensas demasiado sabes que escoger es una tortura, pura y simplemente.

2. No puedes dormir si tomaste decisiones “equivocadas”

Porque es vital escoger el shampoo correcto, la comida, el lugar de estacionamiento, novio, novia, o un par de calcetines. Cada elección es vital. Algo importante puede pasar si compras mal la ropa para el gimnasio, ¿no?

De hecho, no pasará nada. Sólo te  preguntarás que hubiera pasado si elegías otra cosa.

3. No consideras que la toma de decisiones sea una cuestión de blanco y negro

Nada es tajante. Siempre hay otras opciones, y los que piensan demasiado ven todo el espectro de posibilidades. Mucha gente piensa que pensar demasiado es una molestia, pero en realidad es una bendición. Vemos varias posibilidades en lugar de una mera solución u opción.

4. Somos la mejor persona para dar consejos

Una persona que piensa demasiado nunca se sorprende cuando alguien le pide un consejo. Sabes por qué la gente viene a ti con sus disputas internas y sus dramas familiares: porque vas a diseccionar la situación y analizar todas sus implicaciones.

Y a la gente le encanta. Se sienten importantes al reflexionar sobre sus dilemas. También ayudas a ver nuevos aspectos del problema. Quien piensa demasiado es un amigo muy valioso.

5. Prefieres que otros decidan por ti

Cualquiera que piense demasiado sabe no elegir ayuda a calmar el alma. A veces, quieres que alguien más escoja pues así no tienes que recorrer todo tu índice mental (lo cual es muy cansado). Te encanta cuando alguien más decide algo tan trivial como los planes para la cena.

6. Las decisiones “grandes” son más fáciles

Extrañamente, quienes piensan demasiado pueden escanear todas las ventajas y desventajas de un modelo de reproductor de Blu-ray, pero en dos segundos decide dejar su trabajo y cambiar de carrera. Te tardas años en escoger una cámara fotográfica, pero no tienes ningún problema cuando decides volver a la universidad después de estudiar a distancia durante cinco años.

Las grandes decisiones son muy interesantes y poderosas, pero las decisiones pequeñas te llenan de ansiedad.

7. Te arrepientes… Te arrepientes… Te arrepientes… 

Por supuesto, después de tomar una decisión importante, discutes mentalmente si fuiste demasiado impulsivo o si tomaste la decisión correcta. A veces te arrepientes y dudas de tu instinto.

8. Siempre tienes que racionalizar

Sólo quienes piensan demasiado entienden por qué, incluso cuando pasa algo increíble, les gusta examinar lo que pasó, si volverá a suceder y si lo merecen.

Te preparas para celebrar un gran momento, pero por dentro también te preguntas “¿me lo merezco?”

9. Tu mente es una batalla constante

Tu instinto está ahí. Confía, no siempre tienes que consultar a tu cerebro sobre algún tema. El problema es que tus preocupaciones te ganan y, de repente, tienes una batalla de opciones dentro de la cabeza.

10. Sabes que tu comportamiento es molesto

Sabes lo molesto que es no saber qué sabor de helado quieres, pero es inevitable. De hecho, cuando otros eligen con facilidad, te gustaría ser ellos.

Acepta que cuando escoges sin pensar tu cerebro te dice en voz baja “Te equivocste… si tan sólo hubieras pensado más”.

11. Sabes el valor de no ser apresurado

A veces, pensar tanto te salva de usar una prenda incómoda o de decirle que sí a un tipo que iba a resultar una pesadilla.

No hay que subestimar a los que piensan demasiado, porque un día te vas a arrepentir de las decisiones que tomaste y esa persona te dirá: “Conozco esa sensación.”

12. No te gustan los vendedores que muestran “más opciones”

Cuando los vendedores te dicen que tienes varias opciones te dan ganas de matarlos. ¿En serio? Mas opciones? De por sí ya era difícil. Los insistentes son los peores. Evítalos como una plaga. Están llenos de “opciones” y “opiniones”. No necesitas más distracciones en tu mente. Gracias.