Aunque cada vez más personas utilizan protector al momento de tomar el sol, no significa que lo hagan de forma correcta o entienda el lenguaje de las cremas solares.
Hay quienes piensan que un SPF 30 es más eficaz que un SPF 15. Otros no saben cada cuánto deben renovar la crema y muchos desconocen cuál es el momento ideal para aplicarla.
Con el verano y las vacaciones a la vuelta de la esquina, es momento de aclarar dudas y descubrir cómo utilizar el protector solar, principal arma en la lucha contra el cáncer de piel.
Estos puntos, enlistados por Huffington Post, te servirán para que este año no cometas los errores del pasado y te enfrentes al sol con más precaución.
1. No compres menos de 30 ni te obsesiones con usar más de 50
“Si hablamos de prevención del cáncer de piel, el factor mínimo que debemos usar es 30. Por debajo el efecto protector es muy bajo y por encima de 30 estamos claramente protegidos”, explica el doctor Miguel Sánchez Viera, director del Instituto de Dermatología Integral.
En lo referente al factor máximo, debemos tener en cuenta que las cremas con factor superior a 50 no presentan apenas diferencias entre sí. “Deben poner 50+ porque la diferencia entre un 70 y un 100 es mínima. Es más publicitaria que otra cosa”, añade el especialista.
“Un protector del 30 bloquea el 96.7% de los rayos ultravioleta B y uno del 50 bloquea el 98%”, apunta Alejandro Martín-Gorgojo, especialista de la Clínica Ruber de Juan Bravo, en Madrid. Así, las personas de fototipo III —personas castañas con color de piel intermedio— deberían utilizar un SPF 30 mientras que los fototipo II —pieles claras y delicadas— o fototipo I —muy claras y pelirrojas— deberían recurrir a factor 40 o 50, según la AEDV.
2. La pantalla total no existe
Es más, la FDA de EEUU desaconseja el uso de ese término por ser engañoso. “La única pantalla total que hay es una pared”, asegura Sánchez Viera. El dermatólogo explica que ninguna crema va a hacer ese efecto, aunque hay algunas que reducen mucho la radiación: “Aún así con un 50 o un 100 puedes llegar a quemarte”. “Siempre te entra una cantidad mínima de sol que va sumando, va sumando y si te pasas de tiempo al final te quemas”, añade. Por eso, en caso de querer cuidar una cicatriz para que no te quede marca, es mejor cubrirla que confiar en la pantalla total.
3. Fíjate que proteja de los ultravioleta B y también de los A
El factor SPF (15,30,50,50+) que reflejan todos las cremas solares se refiere a la protección contra los rayos ultravioleta B, que fueron los primeros que se supo que podían producir cáncer piel. “Posteriormente se ha visto que los ultravioleta A también son capaces de de producir cáncer de piel por lo que poco a poco se han ido incorporando filtros contra esos rayos”, explica Sánchez Viera. Así cada vez que compramos una crema no sólo debemos fijarnos en el índice SPF, hay que comprobar que proteja de los UVA, aunque en este caso el índice no es tan importante porque “hoy día la tecnología no permite ser tan finos como para saber qué porcentaje de rayos ultravioleta A se filtran”.
4. Cuidado con usar la del verano anterior
Igual que los alimentos, las cremas tienen fecha de caducidad. Si no la respetamos y seguimos usándola más tiempo del que marca el anunciante, ésta puede perder propiedades y dejar de ser eficaz. Los protectores solares suelen tener una vida útil de 12 meses por lo que no es muy recomendable reutilizar la del año anterior. “Si la abriste el principio del verano y no la terminaste es mejor que uses una nueva. Otra cosa sería que la hayas abierto al final de temporada, entonces sí podrías seguir usándola”, explica Martín-Gorgojo.
5. Póntela en casa
El dermatólogo Martín-Gorgojo es claro en este aspecto: “Hay que echarse la crema entre 20 minutos y media hora antes de la exposición y renovarla nada más llegar a la playa o piscina”.
Hacerlo con anterioridad es la forma de garantizarnos que la crema se mezclará correctamente y de forma uniforme con nuestra capa cutánea. Además en casa podemos echarnos crema sin el traje de baño y así asegurarnos de que ninguna parte del cuerpo queda sin cubrir. “Además los trajes de baño tienden a ser muy finos y podemos llegar a quemarnos si nos exponemos durante demasiado tiempo”, añade Sánchez Viera.
6. Sé generoso
“Lo que dicen todas las casas comerciales y estudios es que para llegar a la máxima protección debes poner 2 miligramos por cada centímetro cuadrado de piel”, explica Alejandro Martín-Gorgojo. Lo que para un adulto medio (ni muy alto ni muy bajo) supondría 30 mililitros, el tamaño de una pelota de golf.
“Si te paras a pensarlo es una cantidad ingente. No se trata de seguirlo a rajatabla pero sí actuar en consecuencia y no escatimar”, añade. En cuestión de cremas solares, hay que ser generoso.
7. Renúevala cada dos horas (como mínimo)
Por mucho que hayas seguido las recomendaciones previas, te hayas puesto la crema en casa y la hayas renovado al llegar a la playa o piscina, no puedes olvidarte de la crema. “Hay estudios que señalan que en dos horas casi el 80 por ciento de la capacidad de barrera se ha perdido”, explica Sánchez Viera.
Las cremas espesas deberíamos renovarlas cada dos horas pero las que son más livianas y ligeras o las que se presentan en spray deberíamos hacerlo con más frecuencia ya que se evaporan con más rapidez.
Ésa sería la norma general pero hay algunas excepciones. Porque no es lo mismo tomar el sol en primera línea de playa a 40 grados a hacerlo en un día nublado cuando los termómetros no llegan a 30. Tampoco es igual que toque renovar a las ocho de la tarde que a las seis, mientras que en el primer caso ya no sería necesario en el segundo es imprescindible. “A esa hora el sol es más débil y la temperatura es más baja por lo que tendemos a evaporar menos”, señala Sánchez Viera.
8. Créete lo del water proof
Sí, es verdad. Las cremas resistentes al agua existen pero si queremos garantizar su eficacia es mejor renovarlas después de bañarnos. “Especialmente cuando son muy líquidas porque el agua las disuelve con facilidad”, aclara Sánchez Viera, quien añade que las más resistentes son las espesas, esas que cuesta tanto extender y al salir del agua reaparecen en forma de manchas blancas.
9. La crema de cuerpo también vale para la cara
Que exista una crema específica para el cuerpo y otra para la cara tiene una explicación pero no significa que no puedas protegerte el rostro con la crema que te echas en las piernas. “De hecho no tiene por qué ser distinta. La necesidad de protección es exactamente igual”, explica Sánchez Viera.
Si hay una crema específica para la cara se debe a su composición. Al tener más glándulas sebáceas suele tolerar peor las cremas más grasas “pero no hay un motivo de salud que diga que haya que proteger la cara de una forma y el cuerpo de otra”, continúa. La única diferencia radicaría en que la cara está siempre expuesta a la luz solar, tanto en verano como en invierno, por lo que deberíamos llevarla protegida todo el año.
10. Usando protector también te quemas
Quizás lo hagas más lentamente pero eso no significa que no vayas a cambiar de tono de piel. El bronceado será más gradual y también más seguro. Sánchez Viera explica que utilizando una protección adecuada —entre SPF30 y SPF 50— no nos quemaremos. Ni siquiera si llegamos a la playa con la piel traslúcida.
11. El aftersun sólo hidrata
¿Te acuerdas cuando eras pequeño y tu madre te bañaba en aftersun tras un día de playa? Era el broche final de una jornada cualquiera de verano: Nadie se iba a la cama sin una buena dosis de esta crema que refrescaba la piel e incluso servía como calmante cuando había quemaduras. Pues bien, el aftersun es solo eso, “una crema para resolver el déficit de hidratación que tenemos después de exponernos al sol pero que no evita las consecuencias de habernos quemado”, explica Sánchez Viera. Esto no quiere decir que debamos de dejar de usarlo pero sí que no tiene ningún efecto protector. “Por el hecho de echarlo no vas a mitigar los riesgos de la exposición”, concluye.
12. No te olvides del empeine, la planta del pie y el cuero cabelludo
Cuando se trata de protegernos del sol, hay zonas del cuerpo que se nos olvidan. En ese grupo está el empeine pero también las plantas de los pie. Aunque la piel de éstas, igual que pasa en las palmas de las manos, es más gruesa y filtra más por tener más cantidad de capas, no podemos olvidarnos de ellas. Cuando tengamos pensando echarnos una buena siesta tirados al sol, es recomendable protegerlas. “Al no tener melanina no se ponen morena, pero se pueden llegar a quemar”, explica Sánchez Viera.
El cuero cabelludo es el otro gran olvidado. Tiene una protección natural que es el pelo, pero en las personas rubias, de pelo fino o con calvicie hace falta añadir un extra. El especialista aconseja recurrir a sombreros o gorros que eviten los rayos, pero si nos cuesta usarlos siempre podemos recurrir sprays protectores.
13. También hay que protegerse en ciudad
La mayoría asociamos las cremas solares a los días de vacaciones y las jornadas de playa y piscina. Pero tan importante es usarla al lado del mar como ponérsela cuando sales a dar un paseo por la ciudad. Especialmente cuando ese paseo se produce a una hora de mucho sol y en una zona sin sombras. “Yo le digo a mis pacientes ‘si el paseo va a ser de 10 minutos y eres moreno no hace falta echarse crema, pero si eres muy blanco y esos 10 minutos van a ser al sol o van a prolongarse, es mejor que protejan'”, aclara Sánchez Viera.
14. Evita el sol de 12 a 16
Aquí da igual que lleves o no protector. Los darmatólogos son claros en este punto. Entre las 12 de la mañana y las cuatro de la tarde es cuando más cantidad de radiación recibimos por lo que debemos evitar la exposición solar.
15. Un aceite del 30 protege más que una crema SPF 15
Suena contradictorio pero cada vez hay más aceites bronceadores con alto índice de protección y lo curioso es que resultan más recomendables que algunas cremas solares. Sánchez Viera asegura que si compras una marca de confianza y la renuevas con frecuencia —cada menos de dos horas— es mejor usar aceite que una crema de baja protección. “Tienes que saber que al ser un aceite no se llega a mezclar con la capa de la piel por lo que queda suspendido encima y se evapora antes”, apunta.
16. Y nunca le pongas crema a bebés de menos de seis meses
Esto se traduce en que no debes llevarlos a la playa. La piel a esa edad es todavía inmadura y las cremas no son adecuadas para su piel. Ni siquiera los protectores pediátricos, cuya única diferencia respecto a los de los adultos es que tienen menos componentes químicos. A partir de esa edad no debemos escatimar en protección: los riesgos de desarrollar un melanoma en el futuro se multiplican en las personas que han sufrido quemaduras cuando tenían menos de 18 años.