1. Probablemente tienes una coraza que para los demás resulta difícil atravesar.
2. Sin embargo, por dentro eres una persona muy amable y, de hecho, es muy fácil que te pongas sensible. Simplemente, eres cuidadoso con quien compartes tus emociones.
3. Ser vulnerable con la gente siempre va a ser una experiencia un poco aterradora para ti. Probablemente debido a que desde pequeño te diste cuenta cuán terrible puede ser la gente.
4. Siempre tendrás una ligera reserva de revelar detalles de tu infancia a otras personas porque no quieres que te vean diferente.
5. No puedes soportar ver que se estén burlando de un niño en cualquier forma.
6. Tú crees que haber sido víctima de bullying te hizo más fuerte pero también te produjo, casi instintivamente, cierta cautela al conocer a otras personas.
7. En realidad es muy fácil que te den ganas de llorar, incluso si casi nunca lo haces y menos delante de la gente.
8. Eres sensible a las emociones de otras personas. Y la idea de lastimar intencionalmente los sentimientos de alguien es algo que te tomas en serio.
9. Es muy fácil que te pongas a la defensiva acerca de los asuntos personales con los que tienes que lidiar.
10. El humor es casi siempre tu mecanismo de defensa para enfrentar los problemas que amenazan con hacerte daño.
11. Probablemente tienes un coeficiente de inteligencia emocional superior a la media debido a que te has vuelto muy bueno leyendo las intenciones de la gente.
12. Puedes identificar a un kilómetro de distancia a los adultos abusivos, ya sea que decidas ignorarlos o confrontarlos.
13. Has aprendido que olvidar ciertos eventos y a ciertas personas es la única manera que realmente te permitirá perdono.
14. Soportar abusos bajo cualquier circunstancia es como volver a vivir los malos recuerdos de tu infancia. Y casi siempre te niegas a hacerlo, sin importar las consecuencias.
15. Te resulta difícil admitir ante cualquier persona, incluyéndote a ti mismo, que hay ciertas palabras o acciones que siempre te recuerdan a las cicatrices de tu infancia.
16. Algunos días, al recordar el pasado, te sientes como el niño que aún puede salir lastimado fácilmente; otros días, gracias a ese mismo pasado, sientes que no hay una sola cosa en el mundo que pueda hacerte daño otra vez.