El Consejo Nacional de Huelga (CNH), de frente con la inauguración de los IXX Juegos Olímpicos, creyó en la posibilidad del análisis de sus propuestas en un buen momento para la nación. Eran vísperas del 2 de octubre y las decisiones del CNH de evitar en todo momento una provocación parecían ser las mismas que las del Estado que estaba dispuesto a negociar y establecer las condiciones del diálogo público.
… La sangre de mi hija se fue en los zapatos de todos los muchachos que corrían por la plaza.
El 22 de julio de 1968 la vocacional 2 del IPN entra en disputa con la preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la UNAM, por un incidente de futbol, el que termina en una riña controlada por granaderos, la detención de varios estudiantes y la toma de las instalaciones de la voca 2.
Durante cuatro días, del 26 al 29 de julio, varias escuelas entraron en paro mientras que granaderos y miembros del ejército tomaron las instalaciones de los centros de estudio destruyendo los recintos, como en la Prepa 1. El 30 de julio el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, condenaría públicamente los actos en un discurso en el que se pronunció a favor de los estudiantes y la autonomía universitaria, y con el que exigía la libertad de los presos políticos (estudiantes detenidos en la Prepa 1).
Ese mismo día encabezaría la marcha por la avenida de los Insurgentes y se escucharía por primera vez: “¡Únete pueblo!”.
El CNH se mostró prudente al cancelar la marcha programada de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás, pues en un momento interpretó que sería el Estado el principal interesado en negociar antes de dar paso a más actos de violencia después de los sucedidos durante esas semanas con la toma de CU y de los planteles del IPN y de Chapingo. Fueron gestos políticos que intentaban mostrar a la Presidencia que la vía de la negociación era la prioritaria para ellos. Acordaron no manifestarse públicamente el 1º de septiembre, día del IV informe de gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, y el 1º de octubre, en un mitin de CU, informaron que no había la intención de perturbar la realización de los Juegos Olímpicos.
2 de octubre.- En un acto genocida, se acabaron las “negociaciones” y el movimiento estudiantil fue reprimido violentamente por el Estado Mexicano; la sangre de los asesinados, heridos y arrestados era una advertencia para dejar de manifestarse.
El 26 de agosto de 1968, en una marcha hacia el Zócalo, los manifestantes se pronuncian contra Díaz Ordaz y se quedan en el lugar a la espera de una respuesta por parte del gobierno. La contraparte aparecería dos días después cuando en la madrugada del 28 de agosto, de Palacio Nacional salieron tanques del ejército para dispersar a los manifestantes.
El 13 de septiembre los manifestantes, que para entonces ya no sólo eran estudiantes sino intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas, convocaron a “La marcha del silencio”, en la que avanzaron con pañuelos sobre la boca. El ejército toma, primero, CU para después invadir el Casco de Santo Tomás del IPN. Se retira de ambos recintos el 1°de octubre después de 13 días de ocupación.
“Aquella mañana del 2 de octubre, el Estado se preparaba para atacar a su población, cuatro referencias de los acomodos estratégicos realizados durante ese día, y de previsión de eventualidades lo confirman”.
El ejército vigilaba mientras que miembros del Batallón Olimpia se hacían parte de la reunión en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, vestidos de civiles con un pañuelo o un guante blanco en la mano izquierda hasta llegar donde se situaban los oradores del movimiento, voceros y varios periodistas, quienes se reunieron para exigir mayores libertades políticas a voces de ”No estamos todos, faltan los presos”, “queremos escuelas no balas”, “gobierno represor que matas estudiantes” y “queremos democracia”.
Era ya de madrugada. Estábamos en el cuarto piso del edificio Chihuahua; nos separaron: por una escale
ra hombres y por la otra mujeres. Estaba empapado porque las tuberías del departamento estaban rotas por las balas. Nos tomaron fotos a cada uno de los que íbamos bajando. Me fijé que el fotógrafo, tenía dos o tres personas que le cambiaban la cámara, por los rollos.
No recuerdo el número del departamento, pero estábamos visitando a dos muchachas, una de ellas vivía ahí, la otra era de Mexicali. Nos tocó la mala suerte. Cuando empezó la balacera, estábamos viendo por una pequeña ventana, apenas cabían dos personas para observar. Fernando vio que por el lado izquierdo, por donde estaba el cine Tlatelolco, y por el lado de Reforma comenzaron a entrar los soldados. Yo me fijé en el helicóptero, cuando arrojó las luces de bengala: una roja y dos verdes.
En el balcón que estaba debajo, a mi izquierda, donde estaban los líderes hablando, vi cuando un hombre de guante blanco agarró a uno del cabello, le puso la pistola en la sien y le disparó… Yo lo vi. Ese fue el primer disparo que escuché y entonces comenzaron a entrar los soldados a la plaza. Entraron abriendo fuego contra la gente que estaba en la explanada. Después entraron una o dos tanquetas disparando contra el edificio Chihuahua. Fernando me jaló y nos fuimos hacia atrás, en ese momento entró una ráfaga de la tanqueta exactamente en el departamento. Rompieron las tuberías y el departamento comenzó a inundarse. Nos fuimos a la última recámara. Ahí nos mantuvimos hasta las cuatro de la madrugada. – René Manning, músico
Cerca de las seis de la tarde, casi al finalizar el mitin, un helicóptero sobrevoló la plaza y se dispararon un par de bengalas, la señal para que los miembros del Batallón Olimpia (supuestos estudiantes), distribuidos en los edificios aledaños, abrieran fuego contra los manifestantes en un acto que hiciera parecer que eran los estudiantes los causantes de los disturbios. Los militares, quienes resguardaban el lugar, arremetieron contra los “agresores” y hacia la multitud que se hallaba en la Plaza de las Tres Culturas.
Quienes lograron escapar del tiroteo se escondieron en alguno de los departamentos que conforman la Unidad Tlatelolco, pero esto no detuvo a los miembros del ejército que, sin orden judicial, entraron en las viviendas para capturar a los estudiantes. El destino de los detenidos fueron golpes sobre sus cuerpos desnudos, la cárcel para la mayoría y Lecumberri para los líderes del movimiento. A los periodistas se les confiscaron sus rollos y material que evidenciara lo que allí había sucedido.
El 2 de octubre llegué tarde a la Plaza de las Tres Culturas. Entré y aquello era simplemente un infierno y lo recuerdo todo como una pesadilla graduada por el sonido. En un momento dado hablé con un amigo que había grabado el ruido de las metrallas, los tiros, y durante veinte y tantos minutos escuché absolutamente acongojado ese estrépito infernal – Carlos Monsiváis
Los esfuerzos del gobierno mexicano por mantener en absoluto hermetismo el tema para con los medios de comunicación nacionales y extranjeros, ensució la cifra exacta de los muertos y heridos, asegurando que fueron sólo 20 muertos. Sin embargo, se sabe que el número real de víctimas oscila entre 200 y 300, sin contar los cuerpos recogidos que fueron incinerados para su desaparición.
El gobierno actuó apegado a la Constitución.
“El sábado 12 de octubre de 1968 el presidente Gustavo Díaz Ordaz inauguró los XIX Juegos Olímpicos, bautizados como “La Olimpiada de la Paz”, en ese momento un grupo de manifestantes lanzó sobre el palco presidencial un papalote de color negro en forma de paloma, en repudio por la matanza del 2 de octubre”.
Desde entonces el 2 de octubre no se olvida: se ha declarado día de duelo nacional para honrar a los mártires de la democracia. Importa poco la causa que originó el movimiento del 68, lo verdaderamente valioso es que representa un eslabón en la incasable lucha por las libertades democráticas, y eso, aunque no se haya sido parte, repercute la propia permanencia dentro de la sociedad. Un movimiento estudiantil que definiría, en palabras de Monsiváis, “ el comienzo en forma multitudinaria de la defensa de los derechos humanos en México” y que genera una memoria colectiva que renace con los actuales movimientos de resistencia.
Fuente: (Cultura Colectiva)