Lejos de las ficciones modernas, de los vampiros fluorescentes, bonitos y delicados, la figura mítica del siniestro y desagradable ser grotesco del “vampiro”, se forjó en diversas culturas del mundo a lo largo de la historia. Cuando pensamos en estos peculiares seres, la idea del “chupasangre inmortal” se nos viene a la mente de inmediato.

No obstante, determinados personajes, presentes no sólo en el folclore sino también en los registros históricos de la antigüedad, han alimentado el mito del vampirismo de forma excepcional. Para entender un poco más acerca de este mito, hoy voy a enseñarte algunos de ellos, échale un vistazo a estos 3 “vampiros reales” de la historia.

1. Vlad Tepes, “el empalador”

vlad tepes

 

Como no podía ser de otro modo, Vlad Tepes, “el empalador”, es una parte más que fundamental en la formulación del mito del vampiro y en la característica figura del “chupasangre”, especialmente tras la ficcionalización que Bram Stoker hizo de él en el año 1897 con su Drácula. Por otro lado, si bien ello lo colocó en ese extraño lugar mítico entre la ficción y la realidad, es necesario mencionar que la propia novela de Stoker también despertó un profundo interés científico en la figura histórica del hombre real, Vlad Drăculea.

Vlad III, más conocido como Vlad Tepes y mejor aún como “Vlad el empalador”, fue un príncipe de la región de Valaquia (Rumania), entre los años 1456 y 1462. De un enorme valor histórico y cultural para Rumania, éste hombre de guerra fue un estratega como ninguno, además de un desequilibrado y brutal asesino. Si bien se convirtió al catolicismo, Vlad fue un ferviente ortodoxo perteneciente a la llamada Orden del Dragón que defendió su tierra de la inmensa y sangrienta expansión otomana que luchó por liberar Rumania del poderío alemán, húngaro y turco.

Pero su historia fue realmente dura. Vlad se convirtió en una figura muy llamativa debido a su inmensa crueldad, sobre todo al momento de castigar a  todo aquel que se opusiera a sus mandatos o, peor aún, le traicionara. El castigo que le dio su nombre consistía en colocar un palo en el recto de sus enemigos, que luego, agonizaba a una altura de unos 3,5 metros durante días. Esto resultó en una de las primeras formas de guerra psicológica que se conocen, ya que cuando las líneas enemigas llegaban a los sombríos bosques y montañas de Valaquia, se encontraban con centenares de hombres desnudos y ensangrentados agonizando de esta manera.

Claro que eso no fue todo. Durante su apogeo, Tepes se encargó de empalar, incinerar, diseccionar, desmembrar y desangrar a un sin número de enemigos que desperdigó por la región. Estos siempre eran utilizados para provocar el miedo de los invasores, que frente a semejantes paisajes, dejaban las montañas tan pronto como podían. Con semejante panorama, la figura de Vlad Tepes no tardó en ocupar un lugar supremo dentro del mito de los vampiros, mencionado en numerosos relatos germánicos como un ser abominable que, entre otras cosas, chupaba la sangre de sus enemigos.

2. Elizabeth Bathory, “la condesa sangrienta”

Elizabeyh Bathory

La historia esta repleta de terribles asesinos seriales, sádicos y personalidades plagadas de psicopatologías que en cualquier otro contexto, les convertiría en despiadados criminales. Si bien poco de esto se mencionaba en la antigüedad, ya que resultaba más fácil tildarles de “vampiros”, no tan así fue lo que ocurrió en la Hungría de pleno siglo XVI. La condesa Elizabeth (Erzsebet) Bathory fue un buen ejemplo de ello, una megalomaníaca asesina serial que desde lo más alto de la aristocracia húngara, se divertía con la tortura, el asesinato y el abuso de los campesinos.

“La condesa sangrienta”, como se la llamó después de haber sido enjuiciada por sus atrocidades, es la mujer con más homicidios de la historia de la humanidad de la cual se tienen registros. Elizabeth Bathory, obsesionada con la belleza y la idea de la vida eterna, asesinó al menos 80 personas y aunque no se ha podido corroborar, se estima que en realidad fueron más de 650. De acuerdo a los relatos folclóricos locales, esta delirante mujer se bañaba con la sangre de doncellas vírgenes de la región para mantenerse jóven y hermosa, aunque cabe destacar que muchos son los historiadores que discrepan con este postulado.

Luego de su juicio, Bathory fue sentenciada de por vida a ser emparedada viva. De este modo, se la encerró en uno de los muros de su castillo con el espacio suficiente como para recibir aire y alimentos. Después de años de agonía tras los muros, la condesa dejó de existir. Sin dudas, es una historia que aportó mucho al mito del vampirismo y aunque quizás nunca sepamos qué motivo a una mente tan disfuncional como la de Bathory, el caso aún llama la atención de numerosos investigadores, antropólogos e historiadores.

3. Jure Grando, “el primer vampiro”

jure Granado

 

Jure Grando ocupa un lugar primordial en lo que podría llamarse el vampirismo, puesto que en esencia, es la primera persona que figura en un registro histórico bajo la nominalización de “vampiro”. Fue un viejo campesino de la península de Istria, región que hoy conforman los territorios de Croacia, Eslovenia e Italia, de la cual podemos ver parte en la imagen. Es por ello una figura fundamental en el folclore del vampiro.

Si bien no se sabe la fecha de su nacimiento, Jure Grando habría fallecido en el año 1656, pero no realmente hasta 1672 o no sin antes haber aterrorizado a los pobladores de la región durante unos 16 años. En los documentos, los locales le llamaban “el Strigon”, lo cual se traduce como “el vampiro” y según allí se dice, los pobladores eran acosados durante la noche, cuando este hombre recorría el pueblo golpeando la puerta de sus hogares, aún después de muerto. Al día siguiente, un miembro de la familia que había recibido los golpes de Grando en su puerta amanecía muerto.

Los pueblerinos, hartos de la situación, decidieron enfrentar a este hombre en compañía del sacerdote del lugar. De acuerdo a lo que se menciona en los documentos, luego de profanar la tumba de Grando y en el nombre de Dios expulsar al Strigon, numerosas lágrimas brotaron de los ojos del cadáver, el cual se quitó del sepulcro y fue decapitado. Hoy, este lugar tiene un gran valor antropológico, histórico-cultural y por supuesto, turístico.

Fuente: Ojo cientifico