Las vacaciones de Semana Santa quedaron atrás y quizá tu cartera terminó devastada. Pero, ¿lo bailado quién te lo quita? Así que no te achicopales y muéstrale una cara amable al fin de semana que está a punto de comenzar.
Que la falta de lana no sea un impedimento para pasar un agradable momento en compañía de tu pareja, amigos o familia.
Una de las actividades que no requiere un gran gasto es visitar exposiciones en tu ciudad. Éstas pueden ser al aire libre o en museos, esos grandiosos espacios que encierran arte, ofreciendo la posibilidad de recreo y exploración (ambas actividades muy valiosas para los sentidos y, en la mayoría de las ocasiones, para el alma).
Recuerda que todo en esta vida lo puedes hacer con estilo.
Por eso, tengo nueve tips para visitar un museo y no morir en el intento
Tomar la decisión. Todos buscamos experiencias gratas, por eso es importante revisar las opciones y elegir la que más nos motive. Es necesario considerar el domicilio del museo y los horarios del mismo. Además tener en cuenta el número de salas es importante para planear el recorrido.
Transporte. Algunos sitios de las principales ciudades son de difícil acceso. Si no quieres ir en auto, a veces es muy fácil llegar por otros medios. Un consejo infalible es revisar las líneas de transportes que lleguen al destino elegido.
Vestimenta. A muchos les encanta lucir como en pasarela en todo momento. Sin embargo, algunas veces es mejor sentirse cómodo, y éste es uno de esos momentos. No dudes en usar la ropa más confortable. Piensa, principalmente, en los zapatos pues es ideal que sean los más cómodos para poder caminar varias horas. También es importante que consideres la hora de tu salida y el clima: si es época de lluvia no olvides un paraguas o un impermeable.
Alimentación. Pasar varias horas con la pancita vacía es una de las peores sensaciones que una persona puede experimentar. Tomar un desayuno completo, pero no pesado, te dará oportunidad de disfrutar la exposición sin esperar ansiosamente el momento de terminar el recorrido. Por obvias razones, aquí no funciona llevar la torta de tamal bajo el brazo.
Compañía. Somos seres humanos y, como tales, nos gusta compartir muchos momentos. Visitar un museo es una de esas fracciones de vida que al compartir con las personas sabe mejor. Aunque, seamos sinceros, ir en grupos muy grandes algunas veces resulta complicado; quizá vale la pena ir en grupos pequeños.
¿Silencio? Es hermoso poder intercambiar puntos de vista pero procura no hacerlo de manera irrespetuosa. No se trata de permanecer callados (qué aburrido), sólo se trata de modular la voz.
Fotos, fotos y más fotos. Estamos en la era del registro fotográfico. ¡Qué maravilla! Pero poder interiorizar las obras a través de nuestros propios ojos (sin cámara de por medio), es importante. Las fotos no están nada mal, pero es sano lograr un equilibrio y así lograr vivir al máximo la experiencia. Lo que de plano no tiene estilo es tomar fotos de todas las descripciones de cada obra. Ahí sí se merecen un tache.
Los pequeñines del hogar. La felicidad que pueden sentir los niños es una fuente de alegría para toda la familia. Si para ellos no es interesante el museo, será una experiencia tortuosa, tanto para ellos como para los demás asistentes. Hay algunas exposiciones que se centran en dinámicas para los chiquitines, ¡vale la pena tomarlos en cuenta a la hora de tomar la decisión!
¿Y el after, papá…? Cerrar el recorrido del museo con una buena comida o hasta con una chelita, se vale. Así que revisar los restaurantes aledaños al museo que visitarás también puede ir dentro del plan.
Estos son puntos básicos pero, al parecer, algunas personas no los toman en cuenta, por eso no viene mal este pequeño recordatorio.
Si después de leer este artículo te han despertado las ganas de visitar un museo, puedes consultar esta liga:
http://www.mexicoescultura.com/temas/9/exposiciones#.U1ckw-Z5My9