Las mujeres son igual de susceptibles a volverse adictas a la pornografía en línea que los hombres, según un nuevo estudio.

La gente que visita páginas pornográficas regularmente corre el mismo riesgo de desarrollar adicción al cibersexo, sin importar el genero.

Estudios previos indican que hasta 17% de las mujeres se describen como “adictas” a la pornografía en línea.

Otro estudio indica que el abuso de pornografía podría volver a algunas mujeres “hipersexuales” – un trastorno mental que implica pasar un tiempo excesivo pensando en fantasías sexuales e impulsividad sexual.

Científicos descubrieron que los patrones de comportamiento en mujeres hipersexuales asemejaba aquellos previamente observados en hombres con el mismo problema incluyendo una dependencia a la pornografía, masturbación excesiva y promiscuidad.

La pornografía genera más tráfico en línea que cualquier otra cosa y algunos lo consideran “la nueva cocaína.”

Investigadores exploraron el papel de anticipar y recibir una gratificación sexual en el desarrollo de adicción al sibersexo.

El estudio involucró a 102 mujeres jóvenes, la mitad de las cuales eran usuarias de pornografía en línea y las demás no.

El experimento también analizó sus niveles de exitación cuando les mostraron 100 imágenes pornográficas, al igual que sus impulsos sexuales.

“Los resultados indican que los usuarios de pornografía en línea describieron las imágenes como más excitantes y reportaron mayor anhelación como resultado de la presentación de imágenes comparado con las que no usaban pornografía frecuentemente,” dice uno de los investigadores.

Elementos como estar en una relación, la cantidad de encuentros sexuales y su satisfacción con ellos y el uso de cibersexo interactivo no fueron asociados con esta condición.

“Los resultados están a la par con aquellos reportados para hombres heterosexuales en estudios previos.”

Aunque los participantes del estudio estaban limitados a individuos menores de 30 años, ayuda a entender la adicción al cibersexo en mujeres.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.