En la foto, una niña esta arrodillada en una balsa de madera, rodeada por hombres solemnes. Sus grandes ojos miran fijamente a la cámara.
En un momento, será lanzada al mar.
William Castellanos tomó esta foto en blanco y negro en agosto del 1994 cuando era un estudiante de arte en la Havana, capturando el momento cuando 35,000 cubanos zarparon en balsas improvisadas.
Veinte años después de que Fidel Castro impulsó un éxodo masivo de la isla, las imágenes aún perturban a Castellanos.
¿Llegaron todos bien a la costa o se despedazaron las balsas en el camino hacia Florida? ¿Tienen vidas ocupadas con trabajo y familias ahora? ¿O son estas fotos el último testamento de sus existencias?
“Para mi, este es un registro fotográfico muy difícil,” dice Castellanos. “Quizá tengo la única, si no la última, foto de esa persona.”
Él se preguntaba en particular por la niña.
La economía de Cuba estaba en crisis en agosto del 1994. La Unión Soviética había colapsado y la única forma de conseguir suministros era en el mercado negro.
“Pensé a mi mismo que tenía que tomar fotos de esto,” recuerda Castellanos. “Lo tengo que documentar.”
Capturó a un grupo de jóvenes llevando al agua llantas cubiertas con lonas. Amigos de la infancia y vecinos construyendo barcos con pequeñas tablas de madera y clavos. Tanto hombres y mujeres llevaban las balsas al mar encima de sus autos o con sus manos.
Y luego, la niña, mirando a la cámara desde su balsa.
Pensó en su hija y las largas horas que pasarían mirándose cuando era bebé, cómo miraba curiosamente a sus ojos y a su cámara.
No intercambiaron palabras, se sentía como un intruso.
Tomó la foto y se fue.
Por dos meses, Castellanos sólo podía ver lo negativos. El papel fotográfico era demasiado caro. Un amigo le consiguió material para revelar después.
Ya revelada la foto, ahí estaba la niña otra vez, mirándolo sin miedo.
Castellanos eventualmente dejó Cuba y se convirtió en fotógrafo en Argentina y en EUA. Actualmente vive en Miami. Por años no quiso mostrar las fotos.
Luego se dio cuenta que la única manera de conocer el destino de esas personas era al exhibir las fotos.
La gente comenzó a acercarse a Castellanos. Una persona identificó a una mujer rubia como su hermana, sonriendo mientras le vendía cacahuates a los demás que llevaban sus balsas.
Castellanos creó una página web incluyendo fotos de cerca numeradas de las 85 personas que intenta localizar.
Cinco otros fueron identificados como personas que fueron rescatados después de que sus balsas se desarmaron 17km de la costa. Permanecen en Cuba hasta la fecha. Una mujer que sale en la foto despidiéndose desde las balsas encontró su foto en línea y escribió diciendo que vive en España. Otros dos, fotografiados en un camión, ayudaron a la gente en sus balsas, pero no se unieron. uno esta en Cuba y el otro en México.
La niña, sin embargo, sigue siendo un misterio.
“Quizá hoy ya es una mujer,” dice Castellanos. “Quizá tiene hijos, no sé dónde esta ahora, pero su cara me persigue.”
Publicado por Othón Vélez O’Brien.