Esta bien si algún día mientras bebes decides decir que eres un samurai para divertirte. El hecho de que haya una espada cerca y dentro de tu alcance en ese mismo momento puede resultar desastroso.
Este señor aquí intentó demostrar su proeza con la espada, pero al parecer nadie estaba lo suficiente sobrio en ese grupo como para ponerle un alto. Lamentablemente, el simpático asistente que se prestó para la demostración terminó perdiendo mucho más de lo que esperaba:
Publicado por Othón Vélez O’Brien.