En el marco del 18 aniversario del Museo Soumaya de Plaza Loreto, la Fundación Carlos Slim presenta una muestra inédita de más de mil obras que dan cuenta de los procesos industriales del cromo, a través de óleos, fotografías, vidrios, acetatos, láminas de impresión, maquinarias e impresos.
Además, “Época de Calendarios”, inaugurada la víspera, exhibe los entrañables testimonios orales recogidos entre los artistas y trabajadores de la que fuera la gran época de calendarios del siglo XX.
La muestra, que podrá ser visitada a lo largo de un año en el Museo Soumaya de Plaza Loreto, se compone de piezas como: “Gracia costeña”, “María del mar”, “Tulipán”, “Coyolxauhqui”, “Hidalgo”, “Cimientos de la Revolución” y “Madre orando con sus hijos”.
“Doña Sol o Sangre y arena”, “La vendimia nacional”, “Veracruz”, “Tragedia griega”, “Campeonato Mundial 1970 en México”, “Marilyn Monroe”, “Recolectora”, “El trópico y la selva” y “Emiliano Zapata”, entre otras, también forman parte de la exposición.
De acuerdo con los organizadores de la exhibición, el arte de los calendarios se cultivó a principio del siglo XX y la industria tabacalera fue el primer escenario de los resplandecientes cromos publicitarios que dieron lugar a una impresión de gran calidad y pureza en el colorido.
Así, la muestra temporal plasma a través de más de mil pieza este fenómeno que se extendió a nivel internacional en diferentes latitudes desde Asía y Europa, hasta Latinoamérica, con la incorporación de elementos costumbristas y tradicionales de cada lugar.
Con antecedentes comerciales de la gráfica mexicana del siglo XX en las obras de Casimiro Castro y Hesiquio Iriarte, a principios de 1930 sobrevino un fenómeno de reproducción de cromos publicitarios gracias a la empresa Galas de México, que fundó el inmigrante santanderino Santiago Galas Arce.
La coyuntura de la mirada empresarial de su propietario y los adelantos técnicos en la maquinaria rotativa del offset, generó una amplia difusión del calendario, posicionándose por más de cuatro décadas.
Jorge González Camarena se sumó a una generación de artistas como Jesús de la Helguera, Eduardo Cataño, Ángel Martín, José Bribiesca, Humberto Limón y Aurora Gil, quienes junto con técnicos, trabajadores, diseñadores y vendedores poblaron los hogares mexicanos con aquellas imágenes de ensueño.
Temas patrios, históricos, familiares, costumbristas, deportivos, infantiles, humorísticos o evocadores de la belleza femenina se imprimieron de forma permanente en calendarios especiales y de línea entre 1933 y 1970, año de la muerte de Santiago Galas.
Frente a los nuevos conceptos de imagen que trajo consigo la fotografía en la década de los años 60, el negocio del calendario terminó. (Notimex)