Cuando alguien te importa mucho, las cosas cambian. Tú cambias, ellos cambian, cambian juntos.
Dos individuos maduros en una relación entienden que debe haber reciprocidad. Esto se aprende en todo tipo de relaciones, ya sean amigos, amantes, familia, compañeros del trabajo o de equipo, etc.
Debe uno entender que para que las cosas funcionen, no podemos asumir que todo lo que hagamos es correcto o lo mejor.
Como un individuo, puedes hacer todo a tu manera, pero cuando tomas la decisión consciente de incluir a alguien más en tu vida, debes aprender a ser más flexible, comprensivo y abierto. No puedes cerrarte a todo, protegiéndote y sin tener la intención de ver la vida desde diferentes perspectivas.
Juicios inmediatos limitan tu comprensión total de las cosas. Es imperativo que des un paso hacia atrás, respira y deja que las sucedan para mantenerte perfectamente comunicado con la gente que te rodea.
El crecimiento y el desarrollo son cómo hemos sobrevivido como especie. No nos acatamos únicamente a lo que ya conocíamos, lo que veíamos, lo que creíamos. Buscamos nuevas maneras de hacer las cosas y así es exactamente cómo debemos comportarnos cuando nos encontramos frente a otra persona.
La manera en la que funcionas puede ser distinto a la manera que una persona que ames funciona. La manera que sales y llevas tu día a cabo podría variar de la manera que tu mejor amigo lleva a cabo su día. Igual, la manera en la que amas a una persona puede variar de la manera que esa persona te ama a ti.
Esto no significa que alguien tenga la razón o haga las cosas mejor, sino simplemente que todos somos diferentes.
Debes entender el significado de una acción específica basada en las personalidades de la gente en un medio abierto de comunicación.
Sin embargo, esto no justifica el mal comportamiento. Sino que debería de ser el comienzo de cómo construyes tus bases para que años en el futuro baste con que veas a una persona para saber lo que piensan. Es una tarea difícil que tomará toda la vida perfección.
Conforme maduramos, buscamos a nuestra pareja y evolucionamos, es importante recordar que no somos la misma persona que solíamos ser hace un día, ni un año ni diez años. Las frustraciones, los argumentos o los desacuerdos normalmente son causados por malos entendidos y mala comunicación. Si podemos de manera honesta y eficaz decir lo que queremos decir y lo expresamos de manera correcta, quizá podamos salvar nuestras relaciones y a nosotros mismos a cambio.
Vivimos, experimentamos y aprendemos.
Creamos relaciones, perdemos algunas y algunas las tenemos de por vida.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.