Con las fiestas acercándose ya, tendrás muchas cenas y comidas con familiares y el resto de tus seres queridos, lo cual significa que estarás comiendo mucho en los próximos meses. En realidad, con frecuencia comes más del doble de las calorías y más del triple de grasa que debes ingerir diario en estos días de festejo.
¿Entonces cómo se comporta tu cuerpo cuando decides comer mucho de más? Pues, desde antes de que empieces con tu primera mordida, tu estómago ya esta creando una estrategia. Al ver la comida, salivas para poder descomponer los alimentos cuando decidas empezar a masticar.
Conforme tu estomago se llena, el ácido hipoclorhídrico es liberado para ayudar con la digestión. Pero cuando hay demasiada comida, el ácido sube por el esófago, lo cual te causa indigestión. Una vez que alcanza tu capacidad el estomago, empieza a presionar a otros órganos. Si tomas algo gaseoso para bajar toda la comida, también ingeriste aire, haciendo que se expanda más tu estomago, por esto sentimos alivio al eructar.
Cuando ya no puedes comer ni una mordida más, tu cuerpo liberta leptina, la hormona de saciedad, que informa a tu cerebro que ya fue suficiente. La comida grasosa hace este mensaje más urgente.
¿Así que cómo le haces para contrarrestar el hinchamiento? Primero, no dejes el desayuno ni ningún otro alimento del día por anticipar una cena grande. Para cuando sea la hora de cenar, el hambre te hará comer mucho más de lo que requieres para estar satisfecho.
Después de comer, no dejes que el mal del puerco te gane. Acostarte inhibe la digestión, así que es mejor dar un pequeño paseo después de comer para ayudar la digestión y evitar la incomodidad.
Tu dieta no sufrirá por un solo almuerzo extravagante. Para sentirte mejor el día después de comer demasiado, toma licuado o sopas.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.