Supongo que todas hemos pasado alguna vez por una relación donde sentimos que dimos todo y que al final, eso que queríamos entregar no fue bien recibido y encima de todo se fueron de nuestro lado. Yo tuve una relación larga con mi último novio y cuando me dijo que quería terminar sentí que el mundo se acababa. Aunque me tardé mucho en comprenderlo, entendí que no fue él quien me abandonó sino yo quien poco a poco se encargó de alejarlo.
No escuché lo que él deseaba|necesitaba
Él era muy atento y regularmente se mostraba dispuesto a hacer lo que “ambos” decidíamos. Pero nunca me detuve a escuchar lo que el quería. Al principio todo fluía bien mientras hiciéramos lo que yo deseaba. No importa si se trata de dónde ir a comer, dónde salir en la noche, qué plan hacer, cómo decorar la casa etc. él siempre cedía y nos sentíamos felices. Pero con el tiempo, él me decía que le gustaría que hiciéramos cosas diferentes; cosas que le gustaban, yo me rehusaba. Pensé que si no hacíamos las cosas que yo deseaba, entonces era cómo si él no me quisiera. Sentía que dejar de hacer lo que yo quería, era como un reflejo de que su amor por mi disminuía, me equivoqué. Si hubiera prestado más atención a sus deseos, el resultado final sería diferente.
Tenía miedo de perderlo
Me angustiaba la idea de que pudiera conocer a alguien más, que se diera cuenta de que quizás yo no era el mejor partido. Ya sé que él estaba conmigo y nunca dio ninguna muestra o señal de estar interesado en nadie más y mucho menos de ser infiel. Había mucha comunicación en todo sentido y hablábamos y mensajeabamos durante el día. Sabía que él me quería, pero yo no sabía como atenuar mi inseguridad.
Así que en vez de dar todo lo que pudiera de mi para asegurarme que fuera feliz conmigo, le pedía constantemente que me demostrara que no me dejaría. Fui muy celosa, no me gustaba que saliera con sus amigos, nunca le pedí que dejara de hacerlo pero me molestaba. No quería salir con otras personas, que fuéramos a fiestas ni eventos sociales, temía que conociera o viera a alguien que le gustara más y sin pedirle que así fuera lo fui presionando con enojos y malas caras para que estuviéramos siempre solos. Lo cuál derivó en que él desatendió su vida, sus amigos y su familia. Mis celos lo empujaron más lejos de mi de lo que pudieron asegurar que se quedara conmigo.
Busqué en él lo que sólo podía haber encontrado dentro de mi
Después de que me dijo que ya no era feliz conmigo y que nos separamos, pasaron meses para darme cuenta de mi herror . Yo no sabía cómo cubrir el afecto que debí tener por mi misma. Creí que era él quien tenía que hacerme sentir querida, amada y cuidada todo el tiempo. No entendí a tiempo que esa no era su responsabilidad. Él definitivamente me amó con todo lo que eso representa, pero no me bastaba por que yo no sabía amarme a mi y por lo tanto el afecto que él pudo darme no me llenaba por que seguía sintiendo un hueco. Un vacío que sólo yo podía llenar. Incluso entendí que, de haberlo hecho a tiempo, ni siquiera hubiera sufrido la separación como lo hice, porque hubiera entendido que no lo necesitaba porque me tenía a mi.
Lo que hice estando con él fue presionarlo constantemente para que demostrara amor, quería que me diera su afecto, su tiempo, sus caricias. Pero yo siempre quería más porque el vacío no dejaba de estar. Yo creía que si él mientras más me diera, un día dejaría de sentir el vacío. Creía que llenar ese vacío era responsabilidad de mi pareja.
Hoy después de haber sufrido esa separación y la pérdida de un buen hombre, me doy cuenta de que era yo quién tenía que hacer algo por mi y entonces hubiera podido disfrutar de lo que él me daba.
Yo sé que mi inseguridad a su lado fue demasiada y totalmente propiciada por mi. Pero también estoy segura de que muchas de ustedes se han sentido de la misma forma que yo en algunas de las cosas que les platico. Si es así, pongan atención, aprendan a tiempo, las relaciones son para compartir la plenitud de dos personas y enriquecerse el uno del otro, ámense y sepan que no necesitan de nadie. Así podrán disfrutar de compartir su vida con otro y gozar el privilegio de amar y ser amadas. Dar y recibir, salirse de si para ver a la otra persona, ser felices y saber que pudieron participar en la felicidad de su pareja.