No hay nada de malo en auto complacerte. Esto no sólo es porque la masturbación es algo que se puede disfrutar, sino que porque es bueno para ti también.
La masturbación es parte de una vida sexual sana. Es seguro y no hace daño, de hecho, algunas personas creen que debería ser considerada una parte regular de una rutina de auto cuidado, a la par con cepillarte los dientes.
Aquí hay cinco beneficios increíbles de la masturbación y por qué deberías de hacerlo:
Puede ayudar a prevenir el cáncer de próstata
Según un estudio llevado a cabo en el 2004, hombres que eyaculan más de 21 veces al mes redujeron de riesgo de cáncer de próstata en un 33% comparado con aquellos que lo hacían cuatro a siete veces al mes. En el 2016 hicieron seguimiento con el mismo grupo de hombres del estudio del 2004 y descubrieron que aquellos que eyaculaban 8 a 12 veces al mes redujeron su riesgo de cáncer de próstata en un 10%.
Te da una erección más fuerte
Con la edad, naturalmente pierdes la tonificación muscular, también ahí. Tener sexo regularmente o la masturbación ejercita tus músculos del piso pélvico para prevenir la disfunción eréctil.
Esto sucede porque los músculos en el pene necesitan ser enriquecidos con oxígeno, el cual es recibido cada que hay un flujo de sangre a tu miembro, o sea, cuando tienes una erección.
Te ayuda a durar más en el sexo
A veces los hombres no duran mucho en la cama porque no han tenido mucha práctica, ya sea con una pareja o solos. Masturbarte regularmente puede ayudar a extender tu duración en la cama. Te puedes entrenar controlando cuánto tiempo te toma para llegar al orgasmo.
Mejora las defensas
La eyaculación aumenta los niveles de cortisol en el cuerpo, que suele tener mala reputación por ser conocido como la hormona del estrés, pero en realidad ayuda a regular y mantener tu sistema inmunológico en pequeñas dosis.
Mejora tu estado de ánimo
La masturbación libera una sarta de neuroquímicos como la dopamina y oxitocina que te suben el ánimo, mejora tu satisfacción y activa circuitos de recompensa en tu cerebro.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.