Usar laxantes para bajar de peso es una terrible idea, no sirven para eso y tampoco es seguro para tu bienestar.
Piénsalo, ¿cómo funciona tu cuerpo? Pues, comes algo, lo digieres y luego lo defecas. Cuando tomas un laxante, lo único que estás haciendo es lubricar las heces y estimular tus intestinos para vaciarse. Sentirás que estás bajando de peso, pero no estás quemando calorías ni eliminando grasa.
Cuando vas al baño después de tomar laxantes, realmente estás perdiendo mucha agua y pocas heces, pero nada de grasa.
Eliminar agua de tu organismo hará que tu cuerpo se vea más delgado inmediatamente, porque tienes menos líquido debajo de la piel. Pero esto te pone en riesgo de deshidratarte o de un desbalance de electrólitos.
Además, mantenerte hidratado es clave para bajar de peso. Tu cuerpo necesita mucha agua para que tus células, corazón y músculos funcionen adecuadamente. Ya que la pérdida de peso sucede cuando consumes menos calorías de las que quemas, cosa que consigues mejor con el ejercicio.
Aunque pienses que si vas al baño más seguido estarás acelerando tu metabolismo, esto realmente no tiene ni un impacto en él. Para cuando la comida se convierte en heces, las calorías y la grasa ya son almacenados en el cuerpo.
De hecho, si tomas laxantes para bajar de peso, puede tener el efecto contrario. Al tomar laxantes regularmente, básicamente le enseñas a los músculos de tu intestino y colon a siempre estar apagados ya que se acostumbran a que una fuente externa haga su trabajo.
El resultado es estreñimiento paradójico: tu cuerpo deja de intentar eliminar las heces por su cuenta y terminas con un estreñimiento que puede ser muy difícil de revertir.
Recuerda que ningún “remedio instantáneo” para bajar de peso vale más que su salud. Si quieres bajar de peso, haz lo que se ha demostrado innumerables veces que funciona: come sano, haz ejercicio regularmente y bebe mucha agua.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.