
No te da flojera cocinar, te da flojera pensar qué cocinar
No es que odies cocinar. Es que a veces parece que tienes que resolver un acertijo cada vez que abres el refri. La flojera no está en picar cebolla ni en lavar trastes: está en decidir si eso que tienes puede ser una comida decente, si te va a gustar, si va a alcanzar, si combina. Y eso, día tras día, agota.
El problema no es la cocina, es la carga mental
Lo que sentimos como flojera muchas veces es otra cosa: saturación. Decidir qué cocinar implica pensar en lo que ya comiste, lo que queda en casa, lo que no quieres repetir, lo que se echa a perder pronto, lo que te alcanza con lo que hay. Es la misma lógica de la carga mental que se vive en otras áreas del hogar, pero aplicada a la comida.
Y es algo muy real: un estudio citado en The Atlantic describe cómo la toma constante de decisiones cotidianas puede provocar lo que se llama “fatiga de decisión” —y pensar en qué comer es uno de los ejemplos más frecuentes.
Entonces, ¿cómo le bajamos al cansancio mental?
No necesitas planear tus menús como si tuvieras un restaurante. A veces sólo hace falta reducir un poco el número de decisiones:
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Ten una rotación base de comidas: 5 o 6 recetas que te gusten y que sepas preparar. Repetir también es autocuidado.
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Haz listas de ideas visibles: Ya sea en el refri o en el celular. Tener opciones anotadas ayuda más de lo que crees.
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Planea dos o tres comidas por semana: No es meal prep, es solo dejar menos espacio al “¿y ahora qué hago?”.
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Acepta la comida fácil sin culpa: Un sándwich también es cocinar. No todo tiene que ser espectacular.
A muchas nos pasa
Hablar de este tipo de cansancio normaliza que no somos flojas por pedir comida o por comer cereal para cenar. Somos mujeres resolviendo mil cosas, y a veces, decidir qué cenar es simplemente la gota que derrama el vaso. La cocina también puede ser un espacio de disfrute cuando se quita la presión de estar resolviendo siempre.
Si quieres algo rico para cuando sí te animes a cocinar, puedes probar esta receta de pan francés con crema batida de maple. Nadie se queja con eso en la mesa.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.