Bajo la idea de acercar los niños a las diferentes ocupaciones de la antropología y la historia, el INAH publicó las colecciones de divulgación científica “El pequeño historiador” y “El pequeño antropólogo”.

En un comunicado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explicó que el objetivo es que, mediante el juego, el niño experimente la sensación que ofrecen las actividades propias de la investigación histórica, antropológica y arqueológica.

Lo anterior, añadió, al ponerlo en contacto con materiales que pudieran ser fuentes de información, como ya sucede con la medicina, el magisterio o las matemáticas a través de maletines de primeros auxilios, pizarrones o las máquinas registradoras de los supermercados, populares entre los infantes.

La subdirectora de Programas de Divulgación, de la Coordinación Nacional de Difusión del INAH, y editora Catalina Miranda, explicó que el propósito “es que el pasado no sea visto por los niños como algo raro, aburrido y de difícil acceso, sino como parte de su vida”.

Dijo que actualmente los menores ven al futuro como algo a admirar, por lo que “este proyecto pretende ampliar los públicos a los que el INAH dirige sus libros, dentro de la vocación de difusor del patrimonio cultural que tiene conferido”.

Señaló que el sector infantil es uno de los que necesita mayor atención por parte de las áreas de la divulgación de la historia y la antropología, en tanto que son quienes continuarán la tarea de conservar el patrimonio cultural en el futuro.

Reconoció, también, que “las series infantiles representan un trabajo intenso, porque es difícil empatar el lenguaje ágil con la terminología científica; el trabajo se desarrolla de manera conjunta con los especialistas, de tal suerte que se respeta la veracidad de la información y se presenta de manera amena a los niños”.

El volumen “El pequeño historiador” se divide en siete capítulos, a través de los cuales el autor Daniel Escorza desglosa información sobre el quehacer de este especialista, su forma de trabajar, las fuentes de donde obtiene datos, los términos de historia y filosofía.

Lo mismo que la importancia de la paleografía (estudio de la escritura antigua) y la comparación de diferentes testimonios, al tiempo que se ofrece una serie de divertimentos con los que la obra se convierte en un “manual de juego” que invita al lector a realizar una investigación en compañía de “don Histor”, el personaje central.

El INAH expuso que tarjetas de trabajo, periódicos, libreta, un par de guantes de látex y cubre boca son los materiales con los que “don Histor” propone jugar a hacer historia mediante el juego. La obra finaliza con una serie de acertijos que involucran el devenir de México con las matemáticas.

Sobre “El pequeño antropólogo”, anotó que a través de ejercicios, juegos e imágenes caricaturizadas los pequeños pueden conocer los temas que competen a esta disciplina, como son las costumbres, organización social, lenguas y festividades de los pueblos.

Entre las actividades que sugiere este libro ?escrito por la antropóloga Mette Marie Wacher Rodarte?, destacan la creación de un diario de campo, la elaboración de dibujos a partir de la observación del entorno, el montaje de un altar de muertos, el aprendizaje de algunas palabras en lenguaje de señas, el modelado en plastilina y pintura facial.

El texto se acompaña de una máscara de cartón plastificado de la danza de Los Tigres de Chilapa, Guerrero, a fin de que el pequeño se divierta y conozca una de los bailes que integran el gran mosaico cultural de México.

Recordó que, a través de su área de Divulgación, desde 2007 desarrolla diversas colecciones dirigidas a niños de edad preescolar y hasta secundaria, como “Aprender con fotos” e “Historias de la historia”.

La primera publicación, coordinada por Mayra Mendoza, subdirectora de la Fototeca Nacional, está dirigida a los infantes en edad preescolar y la idea es dar a conocer el material de los diferentes acervos que tiene en custodia este repositorio a un público de corta edad.

Esta colección se caracteriza por la pasta dura e interiores plastificados, cuadrados y de tamaño manipulable por manos pequeñas e impresos a color, y su primer título es “Nacho López y los oficios”, por lo aparecen las fotografías de 10 personajes, como el organillero, artesano, cargador, cohetero y zapatero, entre otros.

Los otros títulos de esta serie, refirió el INAH, son “Tina Modotti”, también de Mayra, y “Winfield Scott”, de Patricia Priego.

Anotó que otra serie es “Historias de la historia”, dirigida al público juvenil, en la que se ha publicado los números “Acatempan y Leona Vicario en Chilpancingo”, de Raquel Huerta Nava, y “Atrapados en Cuautla”, de Francisco Quijano.

También, “Acatita de Baján” y “El telegrafista de Puebla”, de Leo Mendoza; “Pancho Villa y la División del Norte sobre Torreón”, de Joaquín-Armando Chacón, y “Carmen Serdán y las revolucionarias de Puebla”, de Alfredo Hernández Murillo y Pedro Chávez Velázquez.

Catalina MIranda destacó que “se cuida que los contenidos sean veraces, es una colección respetuosa de la historia; pero también se pretende amena y ágil, por eso cada uno de los autores es especialista en el tema, además de que cuenta con la vena literaria para hacer una adaptación con riqueza narrativa”.

Subrayó que los retos para el área de Divulgación del INAH son muy grandes porque la población es muy amplia, “buscamos que las obras editoriales sean accesibles a la mayor cantidad de gente posible. Se trata de textos ligeros y amenos, para ello recurrimos a quienes escriben para niños y adolescentes, aunque a veces estas historias son un ?bocadillo? para los adultos”.

México, 29 Abr. (Notimex)