A fecha de hoy la migraña no tiene cura.
Imagínense soportar dolores de cabeza tan tremendos que requieren quedarse aislado en la cama varios días al mes. O tener pérdidas de orina que provocan inseguridad y que convierten una simple carcajada en una tortura. O sudar tanto por las manos que llegas a pensar que el día de tu boda se te escurrirá el bolígrafo al firmar o que estrecharás tu mano sudorosa con la de tu mejor cliente al cerrar un buen contrato.
Males que no matan pero merman la calidad de vida de quienes los padecen. Al común de los mortales cuando le mencionan la palabra bótox, automáticamente piensa en famosas de rostro planchado, incapaces de gesticular, pero sin atisbo de arrugas.
“No hay que culpar al bótox sino a la manera desaforada en que se ha empleado, sentencia el Dr. Jesús Sierra, de la Clínica Desarrollo Estético Avanzado Médico (DEAM) de Madrid, uno de los pioneros en España en la aplicación de la toxina botulínica con fines estéticos.
Sin embargo, la tan demonizada toxina botulínica es mucho más. Como potente relajante muscular que es actúa inhibiendo las transmisiones neuronales y, si no hay nervio que le diga al músculo que se tense, éste permanece inmóvil. De ahí que se mitiguen las arrugas de expresión. Pero esta intoxicación transitoria, local y en pequeñas dosis también cuenta con muchas más aplicaciones en el campo de la medicina. “La toxina botulínica es una de las mejores herramientas actuales para los neurólogos”, afirma la Dra. Mónica Monroy, especialista en neurofísica clínica en el Hospital Fremap de Majadahonda.
Recientemente se ha conocido que la sanidad pública financiará los tratamientos con bótox como tratamiento preventivo de la migraña crónica. La Dra. Margarita Sánchez del Río, responsable del Programa de Cefaleas del Hospital Ruber Internacional. Y por la sociedad que, con excesiva ligereza, menosprecia a quienes un buen día no pueden salir de la cama aquejados de un agudo dolor de cabeza, no soportan ni la luz ni el sonido, tienen complicaciones digestivas y pueden incluso vomitar en un estado de infierno de dolor. “Cuando estos episodios se repiten más de 15 días al mes estamos ante una migraña crónica, que afecta al 5 por ciento de las mujeres entre los 40 y 50 años”, señala la Dra. del Río. “Es una enfermedad que empieza detectarse en la adolescencia. Primero, tienen un ataque al mes, luego, cada semana. Y así, de forma progresiva, los pacientes acaban conviviendo a diario con un cierto nivel de dolor. Puedes perder tu trabajo porque acabas faltando mucho o no llegas a tiempo con las entregas, no eres capaz de cuidar adecuadamente de tus hijos y mucho menos de acompañarlos a fiestas de cumpleaños, te aíslas porque no puedes quedar con amigos… La migraña crónica te roba la vida”.
A fecha de hoy la migraña no tiene cura. Por si fuera poco suele llevar aparejadas otras complicaciones como obesidad, trastornos del sueño, ansiedad, depresión… Los neurólogos se ven obligados a medicar a los pacientes para reducir sus dolencias con un arsenal de fármacos haciendo auténticos equilibrios para minimizar efectos secundarios y las interacciones entre ellos.
La migraña se origina por la secreción de unos péptidos en los neurotransmisores de la cabeza. Aplicar bótox en ese circuito reduce sensiblemente la aparición e intensidad de las migrañas. “Con una aguja muy fina se pinchan entre 155 y 195 unidades de bótox entre 30 y 40 puntos de la cabeza siguiendo el trayecto de los nervios”, explica el Dr. Julio Pascual, director del Área de Neurociencias y profesor de Neurología del Hospital Universitario Central de Asturias (Oviedo).
“Visto desde fuera, que te van a pinchar en la cabeza, puede parecer horrible pero a estos pacientes cuando les dices que esto va a mejorar su vida no lo dudan. Estamos hablando de quitarles días de dolor”, apunta la Dra. Monroy. “La aplicación de la toxina botulínica en el caso de migrañas crónicas tiene la ventaja de que se trata de un único fármaco y que al paciente se le aplica en la consulta. Así minimizamos las posibles interacciones con otros fármacos. Además, al reducirse las migrañas, se reducen considerablemente otros problemas asociados y, por tanto, hay que medicar menos. Y todo lo que simplifique el tratamiento lo gana el paciente en calidad de vida”, sentencia la Dra. Sánchez del Río.
Vanguardia, 27 Mayo 2013.