[sws_blockquote align=”right” alignment=”alignright” cite=”” quotestyles=”style02″]El síndrome del acento extranjero es una condición extremadamente rara en la que lesiones cerebrales cambian los patrones del habla de una persona. [/sws_blockquote]
Hace ocho años, la conductora de autobús australiana Leanne Rowe tuvo un accidente automovilístico que le causó fracturas en la columna y la quijada. Se recuperó de eso, pero tuvo una secuela inesperada: un acento francés.
Ahora, Rowe no puede hablar con su acento aussie original, por lo que se siente como una “reclusa” y a menudo le pide a su hija hablar por ella en público.
“No soy francesa”, dijo Rowe a la emisora de radio australiana ABC el pasado domingo. “Me enoja mucho porque soy australiana”
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[sws_yellow_box box_size=”700″] ¿Cómo puede ocurrir esto? [/sws_yellow_box]
El síndrome del acento extranjero es una condición extremadamente rara en la que lesiones cerebrales cambian los patrones del habla de una persona.
El primer caso conocido fue reportado en 1941, cuando una mujer noruega sufrió lesiones durante un bombardeo y adquirió el acento alemán. Desde entonces se han reportado solo algunos casos.
“Es una alteración del control motor”, dijo la médico Karen Croot, una de las pocas expertas en síndrome del acento extranjero. “El habla es una de las cosas más complicadas que hacemos, y hay muchos puntos del cerebro involucrados en coordinar muchas partes móviles. Si una o más de estas se dañan, eso puede afectar el ritmo, la melodía y la tensión del habla”.
“En cierto sentido no es una discapacidad en la comunicación; una persona puede hacerse entender perfectamente bien”.
Pero el síndrome del acento extranjero puede implicar dificultades psicológicas para quienes lo padecen.
“Puede haber una falta de comprensión de cuán difícil puede ser para la persona con el acento adquirido”, dijo Croot. “Hay una especie de respuesta: ‘deshazte del acento, deja de usarlo, regresa’. Si piensas en tu propio acento, es parte de tu identidad. Cambiar tu acento proyecta una identidad diferente.
En 2010, Sarah Colwill, una mujer británica de 35 años, comenzó a hablar con algo parecido a un acento chino después de padecer una migraña grave.
“Pensar que me quedaré con este acento chino me deprime”, dijo. “Mi voz comienza a molestarme. No es mi voz”.
Sin embargo, a otros pacientes no les importa tanto.
“Una de las mujeres con las que trabajé era una inglesa que comenzaba a sonar como irlandesa. Reportó sentirse positiva sobre el asunto. Para ella era como ser una nueva persona interesante”.
Hay casos en los que los pacientes recuperan su acento. “Trabajé en un caso de un australiano que estuvo en un accidente automovilístico y consecuentemente adquirió un acento estadounidense. Ese acento desapareció cinco meses después”, dijo Croot.
De acuerdo con la experta, quienes padecen este síndrome pueden ejercitar sus acentos antiguos. “Necesitan practicar reposicionar su boca, así como practicarían un saque en el tenis. Es practicar habilidades motoras”.
Los tratamientos utilizados para trastornos motores similares, como apraxia del habla y disartria, también han tenido resultados “positivos” en pacientes con el síndrome del acento extranjero.
Pero Rowe decidió dejar de intentar “contener” su acento. “Para mí no era saludable”, dijo.
“Afectó mucho su vida”, explicó su hija. “Las personas ven el lado divertido de esto y creo que es realmente interesante… pero yo he visto los impactos en la vida de mamá”.