Lo que fuera territorio de la delincuencia ahora es un centro cultural con talleres de danza, teatro y música; son gratis, pero falta dinero para mantenimiento.
En el corazón de una de las siete supermanzanas que conforman la Unidad Habitacional Vicente Guerrero por muchos años la más grande de América Latina, en la delegación Iztapalapa, territorio que es considerado una de las zonas con alto índice de inseguridad, se encuentra el Centro Cultural Iztapalapa, justo en lo que fue el Cine Vicente Guerrero, una de las últimas salas cinematográficas de barrio que se conservan en la ciudad.
Ese espacio que imparte talleres de danza folklórica, música, cartonería, ballet, de lectura y que cuenta con un cineclub al que acuden más de 600 personas, en promedio, cada mes para disfrutar de actividades de manera gratuita, es ante todo un espacio con historia.
Al Centro Cultural Iztapalapa todo mundo lo conoce, es un espacio de tránsito; decenas de personas lo atraviesan cada día, es el cruce de dos supermanzanas y además colinda con la Alberca Olímpica que es al mismo tiempo la Escuela de Formación Deportiva Salvador Allende.
Con todo y que acuden niños, jóvenes y adultos a encontrarse con la cultura, el espacio no tiene las mejores condiciones, presenta problemas de humedad y filtraciones y con cada lluvia se va la luz y fluye el agua. Se trata de un centro cultural que algunos consideran un elefante blanco que exige recursos pero no los genera.
Ese recinto de grandes dimensiones que reabrió sus puertas el 1 de septiembre de 1999, que cuenta con salas de exposiciones, auditorio, ludoteca, un foro para 800 personas, un lobby con dos alas, un libro club y una explanada para eventos masivos para mil 500 personas aproximadamente, tiene problemas, no cuenta con la infraestructura básica, no hay teléfono ni computadoras, y más que en aulas, los talleres se imparten en los pasillos de acceso al auditorio.
Rocío González de Arce Arzave, coordinadora del cineclub Circulokiné, en septiembre cumplirá dos años de hacer proyecciones y cine-debate. “El cine, construido en 1978, seis años después de que se inauguró la unidad, fue desde siempre un punto de encuentro, de reunión de la comunidad, pero como 14 años después le pasó lo que a muchísimas grandes zonas de la ciudad, sufrió los embates de muchas cosas, la crisis en las salas cinematográficas, la crisis del cine nacional con las sexy comedias, las películas de ficheras, se dio el deterioro de las salas y la gente se alejó”.
“Es un espacio cultural que depende de la Coordinación de Cultural que está a cargo de Desarrollo Delegacional, ellos se encargan de mandar actividades, de toda clase de talleres artesanales, tenemos alrededor de 12 actividades, de lunes a domingo. Ahorita se ha levantado mucho el espacio que estaba muy abandonado, cuando yo entré, toda la explanada estaba llena de hierba, las banditas de por aquí se sentaban a drogarse, lo que hemos hecho es rescatar y hablar con los chavos, metemos algún tipo de actividades donde ellos nos pueden ayudar, como grafiti o hip hop, así lo levantamos”, dice Trilla.
El Universal, 05 Julio 2013.