Museo Eastman, dos siglos, Gender Show

Con un acervo de casi 170 años de imágenes, la colección de la casa museo George Eastman se ha desempolvado en la muestra «The gender show», que ha reunido 130 fotografías del siglo XIX a la fecha, la cual puede ser visitada desde el 15 de junio en el inmueble de Rochester, Nueva York.

Se trata de ver imágenes del archivo en un nuevo contexto, el de género, a partir del trabajo de artistas como Julia Margaret Cameron, Edward Steichen, Nickolas Muray, Richard Avedon, Robert Frank, Andy Warhol, Barbara Norfleet , Mary Ellen Mark, Cindy Sherman y Chuck Samuels.

Además, de autorretratos de artistas, a veces disfrazados, son una pequeña pero esencial parte de la exposición, así como las fotografías de los actores principales, como Sarah Bernhardt, Marlene Dietrich, Douglas Fairbanks y Joan Crawford, Greta Garbo, Lily Langtry, Marilyn Monroe, Paul Newman y Arnold Schwarzenegger, cada uno de ellos considerado en su tiempo un dechado de su sexo o de la androginia.

La muestra explora las formas en que el género se ha presentado en las fotografías, que van desde la arquetípica a las no tradicionales y las representaciones subversivas, con un énfasis especial en las actuaciones que la fotografía puede alentar o capturar.

«The gender show» permanecerá abierta al público hasta octubre en el recinto dedicado a uno de los padres del desarrollo de la fotografía, George Eastman, quien fue un gran visionario que destacó por su comprensión de la humanidad.

De acuerdo con sus datos biográficos, Eastman nació el 12 de julio de 1854 y se forjó en medio de grandes penurias económicas, abandonando sus estudios por complicaciones financieras que sobrevinieron en su familia después de la muerte de su padre y tras el fracaso de la Eastman Commercial College, que su hermano mayor fundó.

Cuentan que con sólo 14 años y en plena adolescencia obtuvo su primer empleo para disipar los altibajos económicos en su casa, al convertirse en mensajero de una empresa de seguros donde su primer sueldo fue de tres dólares.

Su intención de tener un mejor salario lo obligó a cambiarse de compañía con el mismo giro, en la que cobró hasta cinco dólares, por hacerse responsable del archivo de las pólizas y de la redacción de las mismas.

Con la conciencia de que sus percepciones eran insuficientes, por la noche estudiaba contabilidad con la firme intención de encontrar un mejor empleo, proeza que consiguió cuando fue contratado como aprendiz en el Rochester Savings, donde llegó a ganar más de 15 dólares semanales.

A la edad de 24 años, Eastman se dio cuenta de lo complicado que era retratar con una cámara que requería de varios complementos para poder funcionar.

De esta forma comenzó su interés en el proceso fotográfico, así como por el aparato y las implicaciones del revelado, al grado de que pagó cinco dólares para aprender a hacer fotografías, estudio que complementó con la lectura de revistas inglesas del tema.

Así, supo que la emulsión de gelatina era un elemento indispensable para la producción de la fotografía y empezó a trabajar. Por las mañanas laboraba en un banco y por las noches se encargó de experimentar con ese descubrimiento.

La cocina de su casa se convirtió en su laboratorio y el piso de la misma en su cama. Su indagación, tras años de experimentación, dio resultado en 1880, cuando dio al mundo una máquina para preparar grandes cantidades de placas, lo que significó un invento para sacarle provecho.

Con esa visión, ese mismo año Eastman alquiló el tercer piso de un edificio de State Street en Rochester, para fabricar las placas en masa, con lo que comenzó la aventura de una de las compañías más importantes en el mundo de la fotografía, «Kodak», que con un innovador diseño en color amarillo y la frase convincente de «Presione el botón, nosotros hacemos el resto», se dispuso a ocupar espacios importantes en la publicidad.

Lo parte ingeniosa de Eastman fue su propuesta de aplicar una capa de emulsión fotográfica sobre papel, para después cargarlo en un portarrollos.

A esta perspicaz idea se unió la de hacer una película más sensible, lo cual logró con una emulsión de gelatina sobre la que aplicó una capa de colodión y una solución de celulosa.

De esta forma la reputación de su empresa empezó a crecer. Para finales del siglo XIX, la marca «Kodak» era conocida por los profesionales y aficionados a la fotografía.

Con el aumento simbólico de la empresa, los empleados que laboraban en esa compañía se beneficiaron cuando Eastman aplicó el plan de «dividendos sobre los salarios», en el que aplicó una suma generosa de su propio dinero a cada trabajador.

Más tarde, en 1919, Eastman cedió a sus empleados un tercio de sus participaciones en los valores de la compañía, un monto de 10 millones de dólares de la época.

Pero todavía llegaría el cumplimiento de lo que él consideraba una responsabilidad hacia los empleados: el establecimiento de pensiones, seguros de vida y programas de prestación por discapacidad.

Con estas ventajas y el dividendo salarial, los empleados podían mirar al futuro con confianza y seguridad.

También creyó en el desarrollo de las instituciones por lo cual donó cantidades considerables al MIT (Massachusetts Institute of Technology) ya que había contratado a algunos de sus antiguos alumnos que, más tarde, se convirtieron en sus mejores ayudantes.

Su filantropía y ética social lo llevaron a aportar ayudas económicas a clínicas dentales, escuelas de música, hospitales y en la educación de los afroamericanos, con el propósito de construir un mundo mejor.

Sus actividades en momentos de descanso, fueron los viajes en los que visitó las galerías más prestigiadas de la época, sobre todo de Europa.

Luego de padecer una discapacidad que endureció las células de la médula espinal inferior, George Eastman se quitó la vida el 14 de marzo de 1932, a la edad de 77 años.

El devenir tecnológico y la digitalización de los procesos fotográficos propiciaron el fin de una era cuyo precursor fue Eastman.

México, 11 Jul. (Notimex).