Escrito e ilustrado por Franco Mattiello.
En el arte del amor, el beso es un elemento indispensable, es una muestra de afecto inequívoca y encima de todo es placentero.
¿Por qué nos besamos?
Podemos hacer un planteamiento desde la perspectiva científica o racional para identificar de dónde surge esta bonita costumbre. Es probable que el beso sea en los humanos un comportamiento instintivo. Si observamos a los animales podemos ubicar algunas referencias, por ejemplo algunas aves en su rito de apareamiento comparten alimento, que el macho pasa de boca a boca a la hembra a manera de cortejo o regalo nupcial, también existen especies que ejercen la conjunción de labios para comunicarse. Por otra parte los labios son una zona altamente inervada por lo cual nos sirve para reconocer un ambiente.
En cuanto a la fisiología humana, el hecho de juntar los labios provoca un impulso eléctrico que genera una acción neuronal lo cual tiene una respuesta cerebral a la liberación de oxitocina, dopamina y adrenalina hacia el torrente sanguíneo. La liberación de oxitocina produce sudoración nerviosa y estimulación sexual. La dopamina nos da la sensación de bienestar. La adrenalina nos pone en estado de alerta aparte de acelerar el ritmo cardiáco con todo lo que esto implica.
En pocas palabras el acto del beso nos da una sensación de alegría (fisiólogicamente) por lo cual no tiene que ver con factores culturales sino físicos. El hecho de que hagamos una conjunción de labios cómo muestra de afecto, tiene que ver que sabemos que el acto producirá un placer mutuo y por eso lo propiciamos.