Una problemática observada desde hace más de tres décadas en países desarrollados y más recientemente en México es la violencia que padecen las mujeres en sus relaciones de noviazgo, señaló la experta en psicología, Eréndira Pocoroba Villegas.
La académica del Posgrado de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presentó su trabajo “Violencia contra las mujeres en sus relaciones de noviazgo: su impacto en la reproducción del orden de género”.
Explicó que a nivel estructural, la desigualdad se manifiesta mediante la forma en que se constituyen las diferentes instituciones sociales que privilegian los patrones de control en favor de los hombres y en demérito de las mujeres, según un comunicado de la UNAM.
Culturalmente se (re)produce en los valores, las actitudes y las creencias que se tienen con respecto de lo que es ser hombre y ser mujer, planteó Pocoroba Villegas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció una clasificación de los distintos tipos, y se habla de la ocurrida en el noviazgo (heterosexual) como un fenómeno que se da en una pareja de jóvenes que no han vivido juntos y sin hijos entre ellos.
Lo que Pocoroba Villegas ha encontrado en su investigación es que hay tres ejes en los que se reproduce el orden de género a través de la violencia contra las mujeres en esa etapa.
En el primero, se repite la concepción sujeto-objeto, es decir, aquella que considera a la mujer un objeto y, por lo tanto, le resta la capacidad reflexiva y racional, que es parte de los componentes otorgados a los sujetos para participar en espacios públicos y políticos, entre otros.
“Los hombres suponen que la mujer con la que han establecido un noviazgo es de su propiedad y controlan el uso de su cuerpo y su ejercicio sexual, mediante la regulación constante de su vestimenta: su escote, el largo de la falda o de su cabello”, puso como ejemplo.
El segundo tiene que ver con la reiteración del orden de género en cuanto a diferenciar dicotómicamente lo masculino de lo femenino.
“Los hombres tienden a limitar cierta gama de expresiones afectivas y a exaltar el interés sexual como un elemento natural de ellos, mientras que de las mujeres se espera que restrinjan su sexualidad y sean más recatadas”, planteó.
En cuanto al tercer eje, dijo que reproduce el ordenamiento social mediante la división, socialmente construida, de los espacios público y privado.
“Una manera de ejercer violencia emocional es devaluarlas, humillarlas y degradarlas si, por ejemplo, deciden acceder a espacios que social y tradicionalmente se vincula a lo masculino.
“Este tipo de creencias y normas conforma la base para justificar, minimizar, trivializar, incluso naturalizar la violencia contra ellas”, concluyó.
México, 31 Jul. (Notimex)