La Rueca de Morgana
Primera parte: La leyenda del Rey Arturo
¿Quién no recuerda al mago Merlín evocando su hechizo empacador: Hockety pockety wockety bra abracadabra pata de cabra detener, debe haber y todo en un saco podrá caber? Frase célebre del filme La Espada en la Piedra de Walt Disney. También encontramos que a lo largo de este tiempo Los Caballeros de la Tabla Redonda, el Hada Morgana, la Dama del Lago, Lancelot y Ginebra, El rey Arturo y su corte de Camelot han protagonizado series televisivas, novelas, películas y cómics; sin embargo surge la duda: ¿Existió este afamado rey medieval y su corte de nobles caballeros? ¿Qué es el Santo Grial y realmente está enterrado debajo de la pirámide del Louvre? Bien, pues he aquí el tema de esta ocasión. Existe una cantidad inmensa de bibliografía sobre el Rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda, sin embargo el primer autor en abordar el tema fue un monje irlandés llamado Godofredo de Monmouth quien, en el siglo XII escribió su Historia Regum Britanniae, una entretenida crónica sobre los reyes británicos donde en algún punto menciona a Arturo como uno de los grandes monarcas habidos en esta buena tierra de Dios. Según el buen monje, el señor de Camelot es hijo ilegítimo de Uther Péndragon con la duquesa de Tintagel, Igraine; según esto el conde Gorlois se encontraba en batalla y Uther utilizó su ausencia para yacer con la bella Igraine con ayuda del mago Merlín quien le dio un conjuro para parecerse al ausente marido; pero justamente esa noche, mientras su esposa se calentaba en la cama, en el campo de batalla él se enfriaba gracias a una espada que lo atravesó como mantequilla, al día siguiente llegaron los mensajeros ante la noble dama para avisarle de su viudez y cuál fue su sorpresa al verla en compañía del supuesto difunto, acto seguido Uther se revela y la toma por esposa. Aquí empiezan los problemas pues Monmouth no nos refiere nada de la media hermana de Arturo, Morgana, será después que esta hechicera tome una identidad definida en la leyenda artúrica. Lo cierto es que a la muerte de Uther, Arturo toma las riendas del reino y se definirá como un gran monarca, justo, leal, lleno de bondad y desprendido a más no poder donde consolidará su gobierno en un mítico lugar llamado Camelot. No fue sino hasta más adelante donde en otros escritos haga presencia la Espada Excalibur, la cual, en los escritos anónimos del siglo XIII, se dice que estaba atascada en una piedra y sólo el legítimo rey de toda Inglaterra podría blandirla, escena que fue modificándose con el tiempo hasta llegar a ser una espada en un yunque. Sea piedra o yunque suele confundirse a Excalibur con la espada otorgada por La Dama del Lago, la cual se llamaba Vivian o Viviana, pero lo cierto es que la espada arturiana es lo que se conoce como un arma designada, la cual sólo sirve para cumplir un único propósito, en este caso para señalar al auténtico señor de Inglaterra. Entre los siglos XII y XIV se produjeron gran cantidad de escritos, la mayoría anónimos, sobre las aventuras del rey y la conformación de su corte: Los Caballeros de la Tabla Redonda.
Pero es hasta el siglo XIX, con el movimiento literario del romanticismo, donde se habla de los Doce Caballeros de la Mesa Redonda, es decir, en las versiones originales no se habla de un número exacto, sólo se dice que estos nobles señores seguían un código ético sumamente estricto formando así el ideal del buen caballero; sin embargo es importante señalar que éste se encuentra basado en toda una concepción judeocristiana escolástica medieval, es decir contiene altos valores religiosos y culturales de la época, por ejemplo, el caballero lucha en honor de una noble dama y a ella rinde los frutos de vivir aventuras, así pues vemos como Arturo lucha contra unos caballeros negros y galantemente le ofrece a Ginebra las cabezas recién cortadas de los enemigos a lo que ella responde agradecida y satisfecha; claro que para nosotros el hecho de ofrendar una cabeza humana al ser amado para ganar su simpatía resulta enfermo y hasta de psicópata de Steven King; pero en la Edad Media significaba que el valiente varón tenía un amplio sentido del honor y de respeto hacia el reino que defendía. Sean cabezas o telas mágicas, la corte artúrica se volvió un ejemplo a seguir durante la Edad Media y ello se reforzó cuando Chrétien de Troyes introdujo en sus textos al Santo Grial, este simpático clérigo francés perteneciente a la corte de María de Francia, escribió su Caballero de la Carroza donde aparece la afamada reliquia, no obstante él inicia diciendo “Esta es la historia de un grial”, con lo cual nos da a entender que había o hay, más de uno, pero de todos éste es especial; según algunos especialistas en literatura del Medioevo, un grial es un platón para comer pescado que mantiene una forma similar a un copón y no una copa como tal; sea de la forma que sea es Chrétien el primero en hablar del Grial el cual no guarda relación alguna con María Magdalena, sino que se trata del recipiente donde José de Arimatea recogió la sangre del costado de Cristo y montado en un burro blanco lo llevó a Inglaterra; lo interesante de este viaje en Burro VIP es que a partir de Chrétien es en Francia donde adquiere fama el rey Arturo y su corte, esto hirió el orgullo de los británicos pues durante toda la Edad Media Inglaterra y la tierra del baguette mantuvieron una pugna constante, lo cual no impidió que se siguiera escribiendo de Arturo, ahora en francés, ahora en inglés e incluso en galés; el punto culminante de este monarca vino a manos de su hijo ilegítimo Mordred durante la batalla de Camlann donde los dos se hieren mutuamente, mientras el mal agradecido hijo muere, el monarca es llevado a la mítica tierra de Avalon en compañía de su media hermana Morgana y jura que algún día regresaría cuando Inglaterra lo necesite. Hasta aquí llegaremos en esta ocasión dejando abierto el tema para continuarlo en Ecos del Pasado invitándolos a dejarnos comentarios sobre éste y los demás artículos. Buena suerte y que el Santo Grial ilumine sus cierres de semana.