“Nuestros inventos están destinados a ser lindos juguetes, que distraen nuestra atención de las cosas serias. Son solo medios mejorados hacia un fin no mejorado”, Henry David Thoreau.
La Marcha sobre Washington de 1963 fue un día de grandes discursos. Claro que nadie sabía que aquella jornada incluiría uno de los más famosos del siglo 20, la alocución “Yo tengo un sueño”, de Martin Luther King, reeditado en 2012.
De hecho, el asesor y redactor de discursos de King, Clarence B. Jones, dice que, con toda la logística de la marcha, el discurso no era la mayor prioridad y que horas antes del acto aún no sabía qué diría. Ah, el triunfo de la procrastinación.
Era otro tiempo, un tiempo en el que políticos como Kennedy y predicadores como King se esforzaban por plasmar grandes ideas en un bello lenguaje. Era una época de periódicos y librerías pujantes. En aquel entonces, las audiencias escuchaban esperando el arte de la retórica. Exigían que los oradores los respetaran lo suficiente como para poner esfuerzo y poesía en sus palabras públicas. Y escuchaban sin la presión o la distracción de las múltiples tareas de los teléfonos móviles. Escuchaban pacientemente, incluso transpirando ante el calor agobiante.
¿Y hoy, en la era de las redes sociales? ¿Martin Luther King, Jr. sería un comunicador activo en las redes sociales? Y, una pregunta más importante: ¿Lograría Martin Luther King, Jr. trasladar su talento retórico a estos canales de comunicación?
La respuesta a estas preguntas es positiva.
Como teólogo público, poseía un conocimiento enciclopédico de literatura y escritos políticos. Tenía una habilidad asombrosa para educar, inspirar y movilizar a las personas a través del lenguaje y el discurso. Habría reconocido que las redes sociales son la plaza pública del siglo 21. Un comunicador sagaz no podría darse el lujo de quedarse callado en este espacio.
Según los asesores de King, Clarence B. Jones y Andrew Young, Martin habría utilizado Twitter y otras redes sociales. Jones asegura que “se quedaría despierto toda la noche contándome sus pensamientos y habríamos aprendido a enviar tuits”.
Vale la pena destacar que a mediados de los años 50, King (posiblemente asistido por otra persona) contestaba las cartas de sus lectores en su columna “Consejos para vivir” en la revista Ebony. Hacía esto para comunicarse con audiencias más diversas a través de medios populares. Dejó de responder cuando ya no tuvo tiempo y cuando su médico le recomendó una vida más tranquila tras ser apuñalado en 1958.
Como un hombre que amaba a las personas y amaba hablar, su huella en las redes sociales sería grande.
Y, para responder la segunda pregunta: ¿Podría King ser un rey en Twitter? La verdadera prueba está en el lenguaje que utilizaba para educar e inspirar. Sorprendentemente, gran parte de este lenguaje cumple con el límite de 140 caracteres de Twitter.
Aquí algunos ejemplos:
“La injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia de cualquiera. Estamos atrapados en una red sin salida de mutualidad”, 130 caracteres.
“La verdad, machucada contra el suelo, se levantará nuevamente “, citando al poeta William Cullen Bryant, 62 caracteres.
“Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos”, 129 caracteres.
“El brazo del universo moral es largo, pero se dobla hacia la justicia”, 71 caracteres.
Los instintos de King por la cultura joven eran fuertes y, de estar vivo, sería un comentarista prominente con una vasta red de seguidores y amigos. Buscaría una forma sencilla de entablar un diálogo significativo con los jóvenes, algo particularmente importante en una época en la que estos asisten cada vez menos a los templos e iglesias. Probablemente ninguno de ellos lo escucharía desde el púlpito, pero sí leerían sus tuits y mensajes de Facebook y verían sus imágenes de Instagram.
Buscando vincularse a los jóvenes, dio clases en el Morehouse College, habló frente a muchísimas audiencias universitarias y fue fotografiado jugando al billar en Chicago con “los chicos del barrio”.
King estaba decidido a ser relevante para un movimiento dinámico de liberación impulsado por los estudiantes. Esto pese a criticar en varias ocasiones las expresiones más militantes de la juventud, como el Partido Pantera Negra.
Su compás moral lo llevaba a criticar aquellas ideologías que promovían la violencia y un mayor separatismo racial.
La conectividad global nos obliga a pensar la forma en los hombres puedan vivir juntos. El doctor King lo entendió y hoy sería una voz activa para expresar las grandes ideas de libertad y justicia para todos. Lo lograría utilizando frases y cadencias melifluas que resultarían atractivas para cualquier oído.
CNN