El buzo Brian Tovin se sumergió en lo profundo del Río Cooper, en Carolina del Sur, en busca de fósiles y reliquias. A 12 metros bajo el agua turbia, cuando luchaba contra la corriente, algo brillante llamó su atención.
“Incluso sin alumbrarlo con mi linterna, era evidente que el objeto era pesado, y que era de oro o metal”, dijo Tovin.
“Y cuando lo alumbré, dije: Vaya, ésta es la primera vez que encuentro joyas debajo del agua”, expresó.
Sin embargo, era más que una simple joya. Se trataba de un anillo convertido en algo legendario, ya que el dueño lo perdió hace casi cuarenta años.
“Lo sostuve en mi mano durante el resto de la inmersión. No quería perderlo”, dijo Tovin.
Las iniciales RLP y el año 1974 estaban grabadas en el anillo de oro. Éste también contenía el nombre de una universidad cercana: el College de Charleston. Con esas pistas, inició el viaje de Tovin para devolver la joya.
[sws_divider_line]
La búsqueda de RLP
Lo primero que Tovin hizo fue llamar a la asociación de ex-alumnos de la universidad. La universidad determinó que sólo dos personas que se graduaron en 1974, tenían esas iniciales, y una de ellas era mujer.
Ahora, Tovin sabía a quién estaba buscando: Robert LeVaughn Phillips.
Después de buscar en los medio sociales, Tovin eventualmente contactó al hijo de Robert, Eric Phillips. Tovin lo interrogó para estar seguro de que estaba tras el verdadero dueño. Phillips envió una copia del diploma de su padre por correo electrónico y Tovin se convenció de que estaba en el lugar correcto.
Tovin pronto se enteró de que, como tantas otras cosas en la vida, este sencillo anillo de la universidad —perdido durante tantos años— tenía más significado de lo que muchos llegarán a entender.
[sws_divider_line]
El tesoro de otro hombre
“Mi padre contaba historias; a veces era como un vendedor de autos usados”, dijo Eric Phillips.
“Tiene más o menos los mismos chistes, pero él hablaba del anillo todo el tiempo, porque se lo dio su madre, y sabes que esa es una de la historias que resulta ser un perfecto ejemplo de una etapa de su vida”, le dijo a CNN.
Robert Phillips se encontraba navegando en el Río Cooper con Nancy, su futura esposa, cuando perdió el anillo en 1974, sólo dos semanas después de recibirlo.
“Él estaba muy afectado, y era difícil pensar en decirle a su madre que lo había perdido”, dijo Nancy Phillips.
“Al haberlo perdido en el río nunca jamás pensamos que lo volveríamos a ver”, le dijo a CNN.
[sws_divider_line]
Un símbolo de éxito
El padre de Robert Phillips no estuvo presente en su vida, así que él estaba decidido a alcanzar el éxito por su cuenta. Se graduó de la Universidad de Charleston con un título en administración de empresas.
El anillo, un símbolo de lo que había alcanzado, fue el último regalo que su madre le hizo antes de morir a causa de cáncer en el páncreas.
Tovin esperaba poderle devolver el preciado anillo a Phillips en su casa, pero él -ahora en una lucha contra el cáncer- no estaba ahí. El fin de semana pasado, lo habían ingresado en la Universidad Médica de Carolina del Sur en Charleston para someterlo a una cirugía cerebral.
Ese contratiempo no impidió que se diera la reunión que tomó 39 años en fraguarse. Unos días después de la operación de Phillips, Tovin lo visitó. Phillips se sentó en una silla de hospital, rodeado por su familia. Su voz era apenas un susurro, pero lleno de vida, ya que parte de su vida le estaba siendo devuelta por un extraño.
Arrodillado, Tovin abrió la caja del anillo para mostrar el tesoro perdido de Phillips.
“Estuve en lo profundo, luchando contra fuertes corrientes y caimanes, en un intento por devolverte tu anillo”, dijo Tovin, mientras Phillips sonreía.
Brian Tovin le devuelve a Robert Phillips su anillo de la universidad, perdido por tanto tiempo.
“Aquí lo tengo, y sé que parece como si te estuviera proponiendo matrimonio, así que por favor no le digas a mi esposa, ¿de acuerdo?”, dijo, mientras todos soltaron una carcajada.
“Vaya. Esto es increíble”, dijo Phillips.
[sws_divider_line]
Cerrando un ciclo
Entonces, Phillips empezó a contarle a Tovin y a los demás la historia que su familia había escuchado incontables veces: la historia del anillo perdido.
“Me encontraba en la parte trasera del bote. Y de pronto, decidí que necesitaba una cerveza”, dijo en voz baja.
“Tiré de la tapa de la lata, y cuando lo hice, mi dedo se quedó atorado, y se fue junto con ella”, le dijo a Tovin.
“Yo creo que ahora lo tendrán que ajustar, ¿verdad?”, agregó con una sonrisa.
“Todavía te quedan muchos años. Así que tú vas a usar ese anillo”, respondió Tovin.
Con su esposa y dos hijos presentes en esta reunión, todos sintieron que el anillo le daría al patriarca el consuelo que necesitaba en ese momento.
“Sin importar por cuánto tiempo más esté con nosotros, siempre tendremos ese anillo. Y siempre representará una buena época en nuestras vidas, y será un buen recuerdo de nuestro padre; además está el hecho de que pudo compartirlo con nosotros antes de irse,” expresó Eric Phillips.
En cierta manera, este ciclo de vida que duró algunas décadas ha sido cerrado, y se ha escrito una nueva historia, una historia que la familia Phillips va a contar por muchas generaciones.
“Gracias a Dios que lo recuperé”, dijo Robert Philips.
“Tuve una pesadilla la otra noche, de que lo perdía otra vez”, dijo.
“No más latas de cerveza”, se rió.
Fuente: (CNN)