El Papa Francisco advirtió que los migrantes y los refugiados no son peones en el tablero de la humanidad, en un mensaje que denunció la explotación de la cual son objeto.

El Vaticano dio a conocer este martes el texto del primer mensaje de Jorge Mario Bergoglio con motivo de la Jornada Mundial de las Migraciones, que se celebrará el próximo 19 de enero bajo el título «Emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor».

El texto sostuvo que estas personas son niños, mujeres y hombres que abandonan o son obligados a abandonar sus casas por muchas razones, que comparten el mismo deseo legítimo de conocer, de tener, pero sobre todo de ser «algo más».

Según el pontífice, el rechazo, la discriminación, el dolor y la muerte de los migrantes se contraponen a la solidaridad y la acogida, a los gestos de fraternidad y de comprensión.

«Despiertan una gran preocupación sobre todo las situaciones en las que la migración no es sólo forzada, sino que se realiza incluso a través de varias modalidades de trata de personas y de reducción a la esclavitud», escribió.

Lamentó que el «trabajo esclavo» sea actualmente una «moneda corriente».

«Sin embargo, y a pesar de los problemas, los riesgos y las dificultades que se deben afrontar, lo que anima a tantos emigrantes y refugiados es el binomio confianza y esperanza; ellos llevan en el corazón el deseo de un futuro mejor, no sólo para ellos, sino también para sus familias», estableció.

Precisó que no se puede reducir el desarrollo al mero crecimiento económico, obtenido con frecuencia sin tener en cuenta a las personas más débiles e indefensas.

Insistió que el mundo sólo puede mejorar si la atención primaria está dirigida a la persona, si la promoción de la persona es integral, en todas sus dimensiones, incluida la espiritual; si no se abandona a nadie, incluidos los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados y los forasteros.

Llamó, por ello, a pasar de una «cultura del rechazo» a una «cultura del encuentro y de la acogida».

Sostuvo que violencia, explotación, discriminación, marginación, planteamientos restrictivos de las libertades fundamentales, tanto de los individuos como de los colectivos, son algunos de los principales elementos de pobreza que se deben superar.

«Para huir de situaciones de miseria o de persecución, buscando mejores posibilidades o salvar su vida, millones de personas comienzan un viaje y encuentran desconfianza, cerrazón y exclusión, o son golpeados por otras desventuras, con frecuencia muy graves y que hieren su dignidad humana», constató.

«En esto se necesita por parte de todos un cambio de actitud hacia los inmigrantes y los refugiados, el paso de una actitud defensiva y recelosa, de desinterés o de marginación a una actitud que ponga como fundamento la ´cultura del encuentro´, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor», estableció.

Fuente: Ciudad del Vaticano, 24 Sep (Notimex).