Algo tan importante como curar enfermedades que hasta hace no mucho eran mortales de necesidad o tan «normal» como poder protegernos del sol con una crema o hacer llamadas telefónicas con un celular son posibles gracias al arduo trabajo de investigadores científicos.
Salvo cuando le dan un reconocimiento como puede ser un Premio Nobel, el trabajo de los científicos pasa más bien desapercibido para la mayoría. Y sin embargo es trascendental en la vida cotidiana de todos.
Dos ejemplos: ahora nos vacunamos contra la gripe y evitamos la molesta fiebre y malestar general. Incluso con un mero análisis de sangre durante el embarazo se puede detectar una anomalía genética como el síndrome de Down, haciendo innecesaria la amniocentesis y su temible aguja.
El mundo cambia a pasos agigantados porque la ciencia avanza muchísimo a velocidad de vértigo, salvo cuando cierra el gobierno de EE.UU.: entonces para.
Dos semanas sin administración pública tuvo a miles de investigadores casi de brazos cruzados. Ahora, de vuelta al trabajo, se apresuran para evitar que el trabajo de años acabe en la basura.
Las prisas se notan sobre todo en los investigadores que trabajan en Antártica y también en los que hacen pruebas con animales de laboratorio como ratas y ratones, la mayoría de ellos desperdiciados por no haber interrumpido un seguimiento que requiere ser diario.
Los que trabajan en Antártica cuentan con una ventana de oportunidad muy estrecha antes de que regrese el oscuro invierno del continente más inhóspito. Dos semanas pérdidas han podido resultar definitivas para algunos mientras luchan por evitar la debacle.
Para los que investigan con roedores en laboratorios, los 16 días que se mantuvieron alejados de los animales también han echado a perder buena parte del trabajo y ha convertido en inservibles a unos animales cuyo futuro ahora es incierto.
Ratones inservibles
Durante los días que duró el cierre de la administración, los animales fueron alimentados y cuidados por el personal que fue declarado como esencial. El problema es que el trabajo de los investigadores fue interrumpido y muchos ya resultan inútiles para los laboratorios.
Según Robert Adams, que investiga con ratones en John Hopkins, seguramente se ha perdido mucho y no se ha podido recoger una enorme cantidad de datos, aunque duda de que algún estudio haya sido arruinado, al menos desde el punto de vista científico.
Sobre el destino de los animales de laboratorio, Adams ve varias posibilidades en función del caso. «Algunos que tenían una enfermedad y se les interrumpió el tratamiento experimental, puede que terminen muriendo. El problema es que aunque los cuidaban y alimentaban, los científicos no tenían acceso a ellos», le cuenta a BBC Mundo.
El profesor, que aclara que en su institución no han tenido más problema que el de no poder acceder a nuevos animales del Instituto Nacional del Cáncer, explica que seguramente los investigadores se han encontrado con muchos más por no haberlos ido usando por los investigadores y por el ritmo que se reproducen.
«Es una carrera para recuperar el apoyo, poder volver a estar operativos. Si lo conseguimos, una vez lleguemos a Antártica va a ser una contrarreloj para poder estar listos antes de que se nos pase la ventana de oportunidad»
Joseph Levy, Universidad de Texas
«Otros estaban en estudios donde ciertas cosas tenían que hacerse en un momento específico y el estudio puede haberse perdido en parte», agrega.
Ese, por ejemplo, es el caso de las ratas con las que trabaja Susan Jarvi, de la Universidad de Hawaii, quien hace varias semanas vacunó a las ratas de su laboratorio contra el gusano del pulmón como parte de unas pruebas que aspiran en unos años a poder erradicar el parásito de los humanos.
Sobrevino el cierre del gobierno y tuvo que dejar de trabajar. «Se suponía que tenían que pasar dos semanas antes de administrarles la segunda dosis, pero no pude. Las ratas fueron cuidadas por personal esencial pero no pude volver a la instalación», le dijo Jarvi a BBC Mundo.
Y si bien desde el punto de vista científico no todo está perdido, el problema de Jarvi es económico. «La investigación se ha visto retrasada en más de un mes y no tenemos fondos para extenderla durante ese tiempo», señala.
Y ese mes es el mejor escenario para el caso de que consiga volver a vacunar a las ratas este domingo.
Verano antártico
Frustrado y tratando de aprovechar el tiempo en alguno de sus múltiples proyectos, Joseph Levy llega a su despacho de la Universidad de Texas cuando debería estar volando rumbo a Antártica para continuar con el tercer año de su investigación en «permahielo».
La ventana de oportunidad para su estudio es muy corta antes de que llegue al sureño círculo polar la oscuridad del invierno más inhóspito. Su plan era estar a final de octubre en el continente helado para poder comenzar con su investigación a mediados de noviembre.
«Debí haberme subido a un avión rumbo a Nueva Zelanda el jueves para salir hacia Antártica el lunes, y eso no va a pasar», le dijo Levy a BBC Mundo. «Todavía no sabemos si la investigación está totalmente perdida. Ahora que el cierre se terminó, estamos tratando de retomar el trabajo y reprogramarlo todo», agrega.
«Es una carrera para recuperar el apoyo, poder volver a estar operativos. Si lo conseguimos, una vez lleguemos a Antártica va a ser una contrarreloj para poder estar listos antes de que se nos pase la ventana de oportunidad».
Algo más afortunado se considera James Collins, estudiante de posgrado del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés), quien sí consiguió llegar a Antártica y está consiguiendo casi todo el trabajo de campo que había planeado.
«Perdimos dos semanas de tiempo de preparación y ensamblaje de algunos experimentos, pero es simplemente un retraso», le dijo Collins a BBC Mundo desde la Península Antártica.
Collins cuenta que las dos semanas perdidas fueron tremendamente estresantes para los científicos que vieron su carrera pendiendo de un hilo por un momento. «Tenemos internet por satélite y todos aquí estaba pegada a las computadores siguiendo las noticias en Washington, por lo trascendental que era para ellos».
«En mi caso, puso en peligro todo mi doctorado, llevaba un año y medio planificando la logística de los experimentos».
El investigador trabaja en un estudio medioambiental sobre calentamiento global que se dedica a recolectar datos de largo plazo en la Península Antártica, «el lugar de la tierra que más rápidamente se está calentando».
«Hay un estudio que lleva en marcha durante más de dos décadas. Cada año hemos tomado datos sobre el ecosistema para estudiar el cambio climático», cuenta al señalar que «casi se pierde todo ese trabajo».
«Perder una temporada entera para ese estudio hubiera sido algo trágico».
Fuente: (BBC)