Vivir en la era de la información acarrea una tarea o una responsabilidad individual de suma importancia: dudar de la naturaleza de la información. No se trata solamente de dudar de la Wikipedia o de otras fuentes para informarse sobre el mundo, sino del uso malicioso que puede hacerse también de las herramientas para acceder a una forma de conocimiento. Este fue el caso reportado por Alice Dreger del Pacific Standard, respecto a un artículo de conclusiones dudosas, “Women or wine? Monogamy and Alcohol”, en el último número de la revista de la Asociación Americana de Economistas del Vino.
En dicho artículo, Mara Squicciarini y Jo Swinnen argumentan que existe una correlación entre el cambio de poliginia (del griego polýs, “muchos”, y gyné, “mujer”, “muchas mujeres”) a la monogamia, y el aumento en el consumo de alcohol. La conclusión implícita es que la monogamia es tan frustrante que los hombres comenzaron a beber para lidiar con la única esposa que podían tener. ¿Pero es esta conclusión acertada?
Dreger, dudando de estos resultados, consultó al antropólogo Raymond Hames, quien aparece citado en las fuentes del estudio. Para el experto, la correlación entre el paso de una sociedad polígama a una monógama es consistente con las últimas teorías sobre la poliginia en las sociedades arcaicas, además de que –como es de esperarse en economistas– las técnicas estadísticas están bien aplicadas. Sin embargo, hay un grave error en el aparato conceptual que hace ver causalidad donde sólo hay correlación. La explicación de Hames será suficiente para desanudar el nudo gordiano:
Así que la afirmación es que [cuando] aumenta el consumo de alcohol, la poliginia desaparece, y la monogamia se desarrolla a medida que nos movemos de una sociedad de cazadores-recolectores a sociedades intensamente agricultoras. Cierto, pero no es tan cierto por las razones que ellos esperan (a saber, los efectos reductores de la ansiedad del alcohol.) Para poder entablarse en altos niveles de consumo de alcohol, uno necesita buenas fuentes de carbohidratos (granos) e infraestructura (tanques de almacenamiento). Los cazadores-recolectores obtuvieron más recursos alimenticios de la carne y plantas sin los densos almacenes de carbohidratos necesitados en la fermentación, y dados sus patrones de movilidad no podrían cargar con tanques de líquido por ahí (ni siquiera tenían vasijas de cerámica de ningún tipo) y tampoco se quedaban lo suficiente en un sólo lugar como para fermentar algo.
En otras palabras: para producir vino o cerveza, las sociedades nómadas debieron establecerse en un lugar y volverse sedentarias, pero aunque el paso de la poligamia a la monogamia forme parte del mismo cambio en la forma de vida, el número de parejas y el consumo de alcohol no están relacionados como causa-efecto. Entonces, ¿por qué el estudio de Mara Squicciarini y Jo Swinnen afirma lo contrario. Tal vez porque está comisionado por una asociación interesada en las formas en que puede vender más vino (Asociación Americana de Economistas del Vino). Es por eso que debemos dudar de las fuentes de lo que leemos en línea: pensar un poco como detectives: ¿a quién beneficia esta conclusión, en términos monetarios? Los detectives de las novelas policíacas tienen un método infatigable: sigue el dinero para encontrar el misterio.
Fuente: (Avant Sex)