Con tal de que la empresa no parezca una copia de Mean Girls, un poco de chisme por la oficina puede ser bueno hasta cierto grado.
Justo después de que tu mamá te dijo que «si no tienes nada positivo que decir, mejor no digas nada», probablemente agregó que no es bueno hablar de la gente a sus espaldas.
El chisme es descortés, pero siendo honestos, seguramente la mayoría de nosotros somos chismosos hasta cierto nivel. ¿Por qué es esto y por qué debería sentirme mal por ser un poco chismoso?
Nuestro cerebro de primate
Según un artículo por Robert Sapolsky, puedes culpar a nuestros ancestros por la incapacidad de dejar de hablar de otra gente. «Porque somos primates con interés en la jerarquía social y los patrones de afiliación social. Los celebridades estimulan a nuestros cerebros con estos giros de jerarquía y afiliación (¿Quién duerme con quién, quién se esta peleando con quién, quién esta ganando más que quién?)»
El artículo sigue explicando que nuestros cerebros están adaptados para la savannah y no tanto la sala de juntas y que el impulso por el chisme tiene raíz en cómo establecemos las relaciones sociales. Para sobrevivir, era importante para nuestros ancestros saber quién era el que mandaba, quién esta en contra del resto del grupo y cuáles eran los limites de lo que se consideraba un comportamiento aceptable. Ahora es casi imposible que dejemos de ser chismosos.
¿Qué con el negocio?
Según Adam Grant, algo de chisme puede tener funciones positivos en el trabajo. Cuando hablamos de quienes son los que llegan tarde con frecuencia, quién es el que esta ignorando su trabajo en un proyecto en grupo o quién fue sorprendido checando Facebook en la oficina otra vez, estamos ayudando a reforzar el reglamento de la oficina y evitando que otros sigan las conductas que podrían hacer decaer la empresa.
Investigaciones muestran que el saber que otros pueden enterarse de sus malas conductas, incrementa la contribución de los empleados más egoístas en un 17% a 23%. Esto es suficiente par convertirlos en los empleados más generosos. «Bajo amenaza de chisme, los que más le quitaban a una empresa terminaron siendo los que más daban,» escribe Grant.
El chisme también puede hacer más fuerte las relaciones entre empleados. Si haces chismes de miembros de tu equipo, tus compañeros confiarán menos en ti y el equipo en general se volverá menos cooperativo y más político. Pero si haces chismes sobre personas de otro equipo, esto promoverá la confianza y habrá más cooperación en el equipo. Creando un enemigo común es una muy buena forma de crear vínculos sociales.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.