¿Qué pasaría si sólo por un momento el paciente de cáncer deja de ser paciente para volver a ser persona? Un segundo durante el cual se olvida de la enfermedad y es un humano más que sólo ríe y lo pasa bien.
Este es el objetivo de la fundación belga Mimi, que trabaja en cinco centros de Bélgica, uno en Suiza y otro en Francia. Están junto a las salas de quimioterapia para ofrecer servicios de psicología, estética y dar consejos de estilo.
“Acompañamos a la gente durante ese difícil momento de la quimioterapia”, dice Marianne Wagner, directora de la fundación.
“Estamos convencidos de que el cáncer debe ser atacado por muchos frentes, no sólo desde el médico”, agrega. “Necesitas mantener la dignidad, la fuerza para combatir esta terrible enfermedad”.
De acuerdo con la fundación, esa fuerza la consigues desconectando un poco de la realidad.
Para crear conciencia sobre la importancia de ofrecer otro tipo de servicios -quizás más banales- a las personas con cáncer, crearon la campaña “Si sólo por un segundo”, en la que invitaron a 20 pacientes a someterse a una transformación divertida.
Debían permanecer con los ojos cerrados mientras unas 15 personas preparaban el set, los maquillaban y les arreglaban el cabello que los convertiría en personajes ajenos y lejanos a la realidad que viven.
“Queríamos hacerlos reír por un segundo”, cuenta Wagner, quien eligió a los voluntarios que se mostraron más entusiasmados por participar. “Querían tener un momento de diversión, de despreocupación, en el que no se tenían que sentir como pacientes, sino como seres humanos completos”.
Marianne Wagner explicó que cuando tienes cáncer es muy difícil encontrar momentos en los que te puedes reír, y mucho menos divertir.
“Estás enfermo y la gente está preocupada por tu enfermedad. Lo que muchas veces es más difícil de llevar es el sufrimiento de tus seres queridos”.
Debido a la condición de los pacientes, el equipo de profesionales hizo un gran esfuerzo para prepararlo todo antes de la llegada de los voluntarios.
No había que retenerlos más tiempo del necesario.
“Pero lo que nos sorprendió fue que la mayoría se quedó más tiempo, debido al ambiente que se generó en el set. Fuimos como una gran familia en donde todos nos estábamos divirtiendo”, recuerda Wagner.
Las fotografías se hicieron en cuatro días. Cada día trabajaron con cinco pacientes.
Los voluntarios sabían que iban a pasar por una transformación divertida, pero no sabían de qué tipo.
El factor sorpresa también era importante. Se trataba de un cambio humorístico, que los hiciera sentir diferentes de un modo inesperado.
Por su parte, el estilista sólo contó con una foto previa de cada uno de los participantes para decidir cómo los iba a transformar.
“Sorprendentemente, esa transformación se pareció mucho a sus personalidades. Todos quedaron muy contentos con el resultado final”, señala Wagner.
Y agrega: “Empezó como un proyecto y terminó como una historia humana”.
Las fotografías se publicaron en el libro If only for a second (“Si sólo por un segundo”).