Fiestas y Verbenas
¿Quiénes son los reyes magos?
Los primeros días de enero conforman el preparativo para la penúltima fecha del festejo navideño: La Rosca de Reyes. Todo nacimiento cuenta con los populares Melchor, Gaspar y Baltazar, ya sean a pie o montados en sus característicos animales: caballo, camello y elefante. Según el Evangelio, tres sabios de oriente se presentaron ante el niño para ofrendarle tres presentes, el oro, el incienso y la mirra. Sin embargo, ¿quiénes son? Pues la Biblia ni menciona sus nombres, ni aclara que uno era rubio, otro pelirrojo y el último de etnia africana, ni mucho menos que fueran montados sobre animal alguno.
Las fuentes históricas son claras al respecto, nunca hubo tal visita, pero como dice Roberto Calasso: los mitos son aquellas cosas que nunca sucedieron pero que siempre existen. Desde el cristianismo antiguo, el folclore de los Reyes Magos estuvo presente, desde el siglo V se encuentran numerosas representaciones plásticas de la famosa visitación al niño Jesús. Paulatinamente, estos tres personajes, fueron adquiriendo sus rasgos característicos; Teresa Rhode explica que estos atributos están relacionados con el antiguo culto al dios persa Zurván, dios del tiempo, el cual siempre iba acompañado de tres varones, símbolo de las tres edades del hombre; así pues durante la Edad Media, se decidió establecer la edad de los Reyes Magos en sesenta, cuarenta y un joven imberbe, y fueron asociados a los colores: rojo, blanco y negro; no obstante, Rhode aclara que estos colores no hacen referencia étnica sino más bien mágico-simbólica, quedando el rojo como alegoría de la fuerza solar creadora, el blanco al agua y la pureza del aire; mientras el negro a la fuerza fecundadora de la tierra. De este modo, para el cristianismo, estos Reyes Magos representaban las fuerzas cósmicas inclinándose ante la potestad del redentor. En lo tocante al origen étnico de estos personajes, se establecieron el caucásico, el islámico y el africano, representando así los tres continentes: Europa, Asia y África; aunque debemos tomar en cuenta que para el hombre medieval no existían ni América, ni el lejano Oriente, pues entendían como Asia a la Medio Oriente actual.
Con todo y símbolos, estos tres personajes tuvieron gran cantidad de nombres a lo largo de la historia, a saber se les llamó: Apelio, Amero y Damasco; Magalat, Galzaleth y Sarasin; o Ator, Sator y Peratoras. No obstante, fue Santiago de la Vorágine (siglo XIII), en su Leyenda Dorada, quien definió los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar. Cabe mencionar que, aunque el Evangelio no especifica su número, la tradición los definió en tres, pues es el número representativo del ciclo cósmico: ayer, hoy y mañana.
Interesante, también, resultan los presentes, pues Gaspar (el anciano) ofrece oro; Baltazar (el pelirrojo) ofrece incienso, mientras Melchor (el joven africano) otorga mirra. El primero de estos, se representaba en una aurea corona con doce puntas, cada una adornada con las doce gemas emblemáticas de las tribus de Israel; simbolizando así la suprema soberanía del redentor. El incienso representa la ofrenda para el dios inmortal y la apoteosis que sufrirá tiempo después, mientras la amarga mirra es símbolo del embalsamamiento; de este modo los regalos son alegoría del destino del Sumo Redentor, Dios-Hombre en sí mismo.
Junto a la visita de los Reyes Magos está la popular Rosca de Reyes. La forma anular de este pan festivo, guarda relación con los antiguos ritos paganos que celebraban el final de un ciclo y el comienzo de otro, representado el nuevo niño-sol que acaba de nacer, por ello se colocaba un “niño” dentro de este pan ritual. Rhode nos explica que la costumbre de colocar varios niños dentro de la Rosca, proviene de la vieja usanza europea de colocar varios objetos simbólicos dentro de la pasta de este postre, por ejemplo se colocaba un haba para señalar al rey de la fiesta y un frijol o judía, para señalar a la reina; quienes sacaban dichos objetos debían ofrecer la merienda del 2 de febrero. Se colocaba también un dedal para indicar soltería a quien le tocara dentro de su rebanada; un anillo que vaticinaba nupcias para alguno de los comensales; y una monedita o puerquito dorado, que auguraba buena fortuna durante ese año. Junto con el niño, sumaban seis objetos en total. De todos estos sólo sobrevivió el haba dentro de las tradiciones española y francesa, mientras que en la mexicana sólo es el niño.
Sea como sea, el 6 de enero sigue siendo una de las tradiciones más populares de nuestro folklore; desde el Río Bravo, hasta la colindancia con Guatemala y Belice, no hay niño mexicano que no espere la visita de los tres Reyes Magos y coloque su zapato esperando recibir presentes, dulces y ropa. Hasta aquí nuestro artículo, esperamos sea de su interés y nos dejen comentarios. Ecos del Pasado les desea un excelente inicio de año.