Calcular el número preciso de una población animal es una tarea compleja. Y más aún si estos animales se encuentran bajo el agua.
Hasta ahora, para averiguar qué especies habitaban determinado ecosistema marino, los investigadores se valían de técnicas manuales, utilizando redes, observación directa bajo el agua e información aportada por los pescadores, entre otras cosas.
Sin embargo, un equipo de científicos estadounidenses dice haber hallado un método mucho más eficiente, rápido, económico y sencillo para determinar qué especies están presentes en un cuerpo de agua.
Y, lo más sorprendente, es que pueden hacerlo analizando el contenido de un recipiente con alrededor de un litro de agua.
Sopa de células
La clave está en las células que van perdiendo los animales marinos y que se mantienen flotando en el agua.
“Quizá no sea muy buena idea pensar en esto cuando nos vamos a dar un baño en el mar, pero, el agua, es una sopa de células que se desprenden de quienes viven allí” – Ryan Kelly, autor principal del estudio
“Todas las criaturas vivas liberan células constantemente, en forma de residuos, restos de piel… con los peces ocurre exactamente lo mismo”, dice Ryan Kelly, profesor asistente de Asuntos Marinos y Ambientales de la Universidad de Washington, Estados Unidos, y autor principal del estudio.
“Quizá no sea muy buena idea pensar en esto cuando nos vamos a dar un baño en el mar, pero, el agua, es una sopa de células que se desprenden de quienes viven allí”, explica.
“Cada una de estas células contiene ADN y, con las herramientas adecuadas, podemos saber de qué especies provienen estas células”, añade.
Animales ausentes
Para poner a prueba su metodología, Kelly y su equipo tomaron una muestra de un litro de agua del tanque de mar abierto del Acuario de la Bahía de Monterrey, en California, que alberga a cerca de 13.000 peces.
En el laboratorio, filtraron el agua y rescataron todo el ADN que contenía y lo compararon con otras muestras moleculares, diseñadas específicamente para detectar animales vertebrados, para identificar qué especies había en el tanque.
La ventaja de hacerlo en un espacio, como el acuario de Monterrey, es que los científicos pudieron corroborar la información obtenida mediante el ADN con los datos del establecimiento.
La muestra de agua les permitió identificar qué especies había, pero no la cantidad de ejemplares. “Podemos saber que hay más de una especie que de otra, pero no cuántos exactamente”, dijo Kelly.
“Creo que lo importante de este estudio es darnos cuenta de que, analizando el ADN que dejan los seres vivos, como los trocitos de pan en el cuento de Hansel y Gretel, podemos detectar especies amenazadas o especies invasoras en un ecosistema” – Ryan Kelly, autor principal del estudio
“Ese será el próximo paso”, aseguró el invstigador, “y hacer la prueba en el mundo real, no en un acuario”.
¿Pero puede un litro de agua contener la información de todas las especies que hay en un tanque de 4,5 millones de litros?
“La respuesta es sí”, dice Kelly. “Tomamos muestras a distintas horas y en distintas parte del tanque y la respuesta fue consistente”.
Además, explica, se trata de una técnica muy sensible: no sólo registró las especies presentes, sino que también detectó las especies de los animales que se usaron para alimentar a la población del tanque y que ya no estaban allí.
“Creo que lo importante de este estudio es darnos cuenta de que, analizando el ADN que dejan los seres vivos, como los trocitos de pan en el cuento de Hansel y Gretel, podemos detectar especies amenazadas o especies invasoras en un ecosistema”, concluye Kelly.