La inestabilidad emocional al pasar del amor al odio, de la tristeza a la felicidad, del enojo a la amabilidad, entre otros sentimientos y comportamientos, así como el bajo control de impulsos, pueden indicar la presencia de un trastorno limítrofe de personalidad, dijo la experta Liduvina González Herrera.
La especialista en Psiquiatría del Hospital de Especialidades del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco precisó que el desorden psiquiátrico se conoce también como trastorno border line.
Añadió que básicamente el paciente actúa de forma impulsiva como en la etapa adolescente y se enfurece o decepciona al no conseguir los efectos y deseos esperados y no obtener los satisfactores que busca.
“Son personas totalmente inestables, es como si se quedaran en la niñez o adolescencia y no se consolidara la madurez, así es el limítrofe lo que quiere en ese momento es cumplir satisfactores, es como si fuera un niñito que lo regañan y avienta el juguete”, indicó.
El trastorno integra componentes de la personalidad tanto neuróticos como psicóticos por lo tanto el paciente es capaz de caer en la autoagresión, atentando contra sí mismo al cortarse la piel y provocarse heridas para “sentirse vivo” experimentando dolor físico.
Así como para buscar llamar la atención con intentos de suicidio fallidos dado que por lo regular su intención no es quitarse la vida sino sentirse apreciado, dijo.
González Herrera indicó que también pueden ser agresivos y rencorosos ante personas que no cubrieron sus necesidades dado que su mayor miedo es el abandono.
Por lo tanto, pueden tener estallidos de ira y rencor e intentar vengarse amenazando, insultando o agrediendo a la persona, aunque rara vez llegan a cometer homicidios debido a que en poco tiempo olvidarán que están enojados y perseguirán otros objetivos.
“No tiene el control de sus impulsos, pueden ser de un momento a otro muy tiernos, muy cariñosos pero al día siguiente pueden ser los más agresivos, los más devaluadores, al no tener el satisfactor que buscan entonces por eso es el cambio”, advirtió la especialista del Seguro Social.
Dio a conocer que el manejo de estos pacientes es complejo, primero porque la persona casi nunca acepta que está enferma pues no está consciente de ello y sus conductas forman parte de un estilo de vida que él considera normal y justificado.
En general actúan complacientemente hacia otros para obtener ganancias como afecto, atención o cuidados que si les son negados propician rencor en ellos, debido a que buscan ser amados y aceptados pero en el fondo su autoestima es baja y sienten un gran vacío emocional, precisó González Herrera.
Añadió que cuando acepta someterse a terapia por lo regular no lo hace de forma voluntaria sino porque fue condicionado por algún ser querido o bien porque tuvo algún problema que lo orilló a buscar ayuda, por lo tanto el apego al tratamiento es mínimo y generalmente reinciden.
Sin embargo, indicó que es vital que el paciente reciba atención profesional debido a que puede incurrir en diversas conductas de riesgo que lo lleven a tener conflictos sociales e incluso legales.
“Pueden delinquir, robar o incluso prostituirse para conseguir algo, pueden caer obviamente muy fácilmente en adicciones no sólo a sustancias sino también al sexo o al juego, pueden ser propensos a accidentes y con tal de conseguir lo que quieren son capaces de casi todo sin medir los riesgos”, señaló la médico del Seguro Social.
Agregó que de acuerdo a lo que se ha documentado, hasta un 30 por ciento de la población adulta entre 20 a 40 años puede presentar este trastorno, y se ha observado primordialmente en mujeres con una prevalencia de hasta tres casos por cada varón.
Entre sus causas se habla de un desajuste en el nivel de neurotransmisores bioquímicos que actúan en el cerebro como la serotonina, dado que de forma drástica se generan altas y bajas de esta sustancia.
No obstante también se ha asociado a factores ambientales como la imitación entre los miembros de una familia o de un núcleo social como los amigos.
Hablando de la herencia ambiental se debe procurar que la familia no fomente este tipo de comportamientos e inestabilidad emocional. De hecho se recomienda desde la infancia enseñar a los hijos a no obtener siempre lo que se quiere y marcar límites, puntualizó.
Fuente: Notimex