El amor es uno de los sentimientos más profundos, ambiguos y excéntricos que el ser humano experimenta a lo largo de su vida. Y resulta que es una de las primeras emociones que nos invaden desde que somos pequeños: en términos generales, profesamos un amor polígamo sin condiciones e igual de profundo a ambos padres. La primera manifestación del amor, por lo tanto, se aleja mucho de la monogamia que, posteriormente, desarrollaremos hacia nuestra pareja bajo preceptos sociales.
La sociedad empuja al individuo a amar a los familiares (en plural) y a tener amigos y amarlos a todos (en plural también). Sin embargo, ¿por qué resulta tan conflictivo para una persona, de cara a los ideales sociales, encontrarse con que está enamorada de dos personas a la vez? De hecho, ¿es esto posible?
La coach Sylvia Ramirez es de la opinión de que sí que es posible tener sentimientos muy intensos por dos personas a la vez, solo que no de la misma forma. “La clave para saber a quién se ama está en el ánimo de permanecer. Hay que entender que la sensación de que amamos intensamente a dos personas a la vez se debe, en gran medida, a la confusión que crea en nuestro cuerpo el coctel de sustancias químicas (dopamina, adrenalina y la norepinefrina) que liberamos ante el entusiasmo que nos despierta alguien que acaba de aparecer y nos llama la atención, por alguna razón más poderosa de lo normal”, indica.
En cambio, para Luis Alberto Montejo, sicólogo clínico, la cuestión es mucho más compleja y radica en el hecho de que el ser humano es polígamo por naturaleza, con capacidad de amar a dos personas a la vez con la misma, menor o igual intensidad. “La realidad es que muchas de las miles de personas que he entrevistado a lo largo de mi ejercicio profesional avalado por más de tres décadas, en alguna ocasión han sido infieles, lo que implica tener relaciones paralelas y en muchos casos amar a dos persona al tiempo”, asegura.
Ramirez, por el contrario, considera que “la monogamia fue una de las elecciones de la evolución cuando la supervivencia del género humano dejó de estar amenazada. Pero lo sustancial es que los humanos no vivimos bajo ningún determinismo que imponga una única manera de ser o sentir. Siempre podemos elegir“.
Para ambos expertos, existe una diferencia a nivel emocional entre los conceptos de querer y amar a alguien. Si para Montejo es una cuestión relacionada con la intensidad del sentimiento y con las convicciones individuales de cada uno, para la coach “se ama a alguien cuando se está comprometido con su bienestar. Por otra parte, se quiere a alguien cuando se siente una simpatía, un afecto especial. El conflicto de quien siente que ama a dos personas muchas veces se crea al idealizar al último en aparecer en el panorama, y se creer amarla tanto como a su pareja habitual”. La falta de distinción de estos términos puede ser el origen en muchos casos de la confusión que se genera cuando uno siente que ama a dos personas al mismo tiempo, a pesar de que sea totalmente viable y humano que esto suceda.
Resulta pues que, teóricamente, amar a dos personas es posible. Sin embargo, el problema radica en la práctica. En la cultura occidental, por ejemplo, este amor polígamo está representado por las figuras del cónyuge, por un lado, y el amante, por el otro -en caso de que se amasen a ambas personas a la vez, por supuesto-. Sin embargo, las normas sociales no contemplan la posibilidad de que una persona pueda compartir su vida formalmente y en libertad con ambas: ni legalmente, ni a los ojos de la opinión pública. Así, la costumbre y la tradición, cínica por otro lado, ha permitido la subsistencia de este triángulo amoroso, pero penaliza a quien lo hace con el conocimiento y el consentimiento de todas las partes.
Cada persona tiene sus propias convicciones, por lo que no existe una relación igual a otra. Tampoco parámetros inamovibles por los que estas deban regirse. El problema es el peso que ejerce la sociedad en ellas, especialmente a este lado del charco. El doctor Montejo aconseja, en estos casos, que quien ama a dos personas decida con quien se queda, ya que, “aunque estadísticamente sea normal querer a más de una personas al tiempo, en el caso de las parejas, nos han educado bajo el prisma de la exclusividad, y mientras esta creencia se mantenga, el tener relaciones paralelas es muy desgastante para todas las personas involucradas”.
Con información de Fucsia