La inspiración de los dibujos de la artista neoyorkina Zaria Forman comenzó en su infancia cuando viajaba con su familia a lo largo de varios de los paisajes más remotos del mundo, mismos que fueron objeto de la fotografía artística de su madre.
Desarrolló una apreciación por la belleza y la inmensidad del cielo siempre cambiante y por el mar. “Me encantó ver una tormenta lejana en las llanuras desérticas del oeste, las lluvias monzónicas del sur de la India, y la luz fría del Ártico iluminando las aguas de Groenlandia”, afirma.
“Cuando viajo, tomo miles de fotografías y hago pequeños bocetos. Una vez que estoy de vuelta en el estudio, hago composiciones de gran escala que saco de mi memoria y de las fotografías. Añado capas de color sobre el papel, y hago correr la tinta con mis dedos y mi mano”, dijo la artista.
Con su trabajo Zaria explora momentos de transición: la turbulencia y la tranquilidad en el paisaje. En su proceso recuerda lo pequeños que somos al enfrentarnos a las poderosas fuerzas de la naturaleza.