Los humanos infectados con parásitos podrían comportarse de sorprendentes maneras. Durante los últimos meses me infecté deliberadamente con una variedad de parásitos a fin de saber más sobre estas fascinantes criaturas.
Quizás la mayor sorpresa es el grado en que los parásitos son capaces de sutilmente -y a veces no tan sutilmente- manipular a su anfitrión para su propio beneficio.
El primer parásito con el que experimenté fue una solitaria, taenia saginata, que sólo infecta a humanos y ganado. Se dice que en los tiempos victorianos las mujeres tragaban huevos de esta lombriz para perder peso.
Esto definitivamente hubiera sido una pérdida de tiempo, pues los huevos de solitaria no son infecciosos en humanos. Primero tienen que ser ingeridos por una vaca o toro, donde forman un quiste, y es sólo si comemos carne cruda infectada que adquirimos la lombriz.
Incluso si ocurre la infección, ¿se puede perder peso? A pesar de ser el huésped de tres lombrices, aumenté de peso. Pudo ser que las solitarias en realidad me estaban animando a comer más, o pudo ser que inconscientemente estaba compensando el hecho de que estuvieran allí dentro. De cualquier manera, no parecieron servir de mucha ayuda para perder peso.
Manipulador de olores
Un parásito más peligroso y letal es el plasmodium, pues puede causar malaria.
Como todos los parásitos, necesita buscar formas de propagarse, saltando de un huésped, el mosquito, a nosotros y de vuelta al insecto. Apenas ahora los científicos están empezando a entender la forma en que nos manipula para lograr sus fines.
Probablemente alguna vez ha tenido la experiencia de irse de viaje con un amigo y descubrir que uno tiene muchas más picaduras que el otro. La razón es que si bien los mosquitos son atraídos por el calor y el dióxido de carbono que producimos, pueden ser repelidos por las sustancias químicas de nuestro olor corporal.
Para poner a prueba esta idea, me metí en una habitación cerrada con el doctor James Logan, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. Se liberaron los mosquitos y en los siguientes 15 minutos James fue picado unas 25 veces y yo sólo una.
Al parecer, mi olor corporal es un repelente mucho más fuerte para los mosquitos que el de James. Sin embargo, el doctor dijo que si en la habitación hubiera habido una tercera persona con malaria, entonces sería el que tuviera más picaduras.
Las últimas investigaciones han demostrado que el parásito de la malaria puede alterar nuestro olor y hacernos más atractivos a mosquitos.
Una vez que el mosquito ha bebido de un humano con malaria, el parásito infecta su cerebro, lo que lo hace más propenso a picar a otro humano. Al manipular a humanos y mosquitos, el parásito puede propagarse con extremado éxito.
La investigación de James y sus colegas puede ayudar a crear olores naturales que pueden ser efectivos para repeler mosquitos. Debido a que la malaria mata a un millón de personas al año, los mosquitos se están volviendo cada vez más resistentes a insecticidas y se necesita con urgencia nuevas soluciones.
Manipulador de comportamiento
Un parásito que investigué -y que es incluso más manipulador- es el toxoplasma gondii. Infecta a muchos mamíferos de sangre caliente, aunque la relación mejor estudiada es la que se produce entre gatos y roedores.
Normalmente una rata o un ratón se esconden en las sombras para evitar a los gatos. Un ratón infectado es atraído por el olor de la orina de gato y saldría de su escondite, mostrando un comportamiento temerario.
La razón, claro está, es que el parásito quiere que el ratón sea comido por un gato, para así infectar a un nuevo huésped.
Los humanos también se infectan de toxoplasmosis, aunque sólo es realmente serio cuando la mujer está embarazada, pues afecta al feto. Aunque nuevos estudios sugieren que el parásito puede influenciarnos de formas más sutiles.
Sabemos, por ejemplo, que las personas que tienen anticuerpos contra la toxoplasmosis tienen más del doble de posibilidades de tener algún accidente de tráfico. Puede ser que el parásito haga, como en el caso de los roedores, que se produzca un comportamiento más temerario.
Las investigaciones también sugieren que el toxoplasma gondii puede ralentizar el tiempo de reacción, con la intención de hacernos más vulnerables a grandes depredadores.
De cualquier forma, la idea que los parásitos pueden influir en cómo nos comportamos de maneras que no hemos ni empezado a entender puede ser escalofriante.