Cinco personas elegidas entre una multitud de visitantes fueron los encargados de iniciar una investigación crucial en las cuevas de Altamira, en España, que conserva la colección más grande de pinturas rupestres hechas por el hombre, para decidir si reabre sus puertas al público.
Las cinco personas fueron escogidas de una urna con los nombres de quienes llegaron este jueves por la mañana a la puerta del museo, ubicado en Cantabria, en el norte del país.
La idea de los directores del museo fue permitir la entrada de estos cinco “elegidos” con sensores que permitan investigar el impacto de las visitas del público en las pinturas, que fueron realizadas por el hombre hace más de 22.000 años.
En 2002, los directivos y el gobierno español habían decidido cerrar el acceso al público debido al daño que estaba ocasionando en los dibujos la respiración de las multitudes que visitaban las cuevas a diario.
Hasta que en 2012 se inició una investigación para determinar con exactitud el impacto de la presencia humana en la que es considerada la Capilla Sixtina del arte rupestre.
La visita
La expectativa este jueves frente a la entrada de la cueva de Altamira era enorme. Miles de personas, muchas más de las esperadas, se agolparon frente a la entrada del museo, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Santillana del Mar.
Como ya lo habían anunciado las directivas del museo, se sortearían las entradas entre los visitantes. Cinco fueron elegidos.
Dos centros educativos habían llegado más temprano para quedarse con alguna de las entradas, pero al llegar recibieron una pésima noticia: sus estudiantes no harían parte de la selección porque uno de los requisitos para la elección era que fueran mayores de edad.
Durante 37 minutos, los cinco visitantes recorrieron las famosas cuevas donde tuvieron la oportunidad de ver un patrimonio histórico de la humanidad, declarado así por la Unesco en 1985.
Y mientras lo hacían, decenas de sensores monitoreaban los cambios de temperatura y humedad, para ver si en el futuro se podían permitir de nuevo la presencia del ser humano, informó Tom Burridge.
Las investigaciones se extenderán hasta el mes de agosto, tiempo en el que se permitirá la entrada de 192 visitantes, con un promedio de cinco personas por semana.
Descubrimiento artístico
Al frente de este grupo de visitantes selectos estaba la guía, María Luisa, la persona con más experiencia en este tipo de visitas: lleva 41 años trabajando en el museo.
“Estoy muy emocionada. He tenido la suerte de acceder muchisímas veces a Altamira, pero cada vez que se entra se vive de una manera diferente”, le dijo María a la agencia de noticias EFE.
Pero la investigación no termina aquí. Estas visitas que se ha determinado como un “experimento científico”, continuarán cada semana con cinco personas diferentes, que serán escogidos de las personas que se acerquen a la entrada del museo.
La cueva de Altamira fue descubierta en 1868 por un cazador, pero fue estudiada por el arqueólogo Marcelino Sanz de Sautuola, quien afirmó en 1879 que las obras podrían tener 22.000 años de antigüedad.
Sin embargo, con la teoría evolutiva de Darwin en su esplendor, muchos científicos dudaron que el hombre primitivo tuviera tal capacidad artística y lo calificaron como un descubrimiento falso.
Casi 20 años después, la comunidad científica aceptó que eran pinturas rupestres que problamente pertenecían al paleolítico.