Las alargadas embarcaciones llegaron el 8 de junio. Aunque los monjes de Lindisfarne no lo sabían, era el principio de 300 años de sangrientos saqueos vikingos en Gran Bretaña e Irlanda.
Corría el año 793″Nunca antes había habido tanto terror en Gran Bretaña como el que estamos sufriendo por una raza pagana”, escribió en ese entonces el erudito anglosajón Alcuino de York.
“Los herejes regaron la sangre de los santos en el altar y pisotearon los cuerpos de los santos en el templo de Dios, como si fuera excremento en las calles”.
Más de 12 siglos después, los vikingos siguen teniendo un lugar preponderante en la imaginación. Hombres rubios, físicamente poderosos, con yelmos cornudos y la agresividad a flor de piel, descendiendo sobre aldeas para violar y saquear.
Esa, al menos, es la percepción. Pero esa visión tan arraigada está en tela de juicio.
Con o sin cuernos
Empecemos por los cuernos, tan populares entre los fanáticos escandinavos de fútbol.
Los cuernos y la ópera, una relación más honesta que aquella que los liga a los vikingos.
Los vikingos nunca los usaron.
Sólo empezaron a aparecer en las representaciones de ellos en el siglo XIX. Richard Wagner celebró la mitología nórdica en su “La valquiria”, la segunda ópera de su ciclo “El anillo del nibelungo” y los yelmos con cuernos fueron creados para la presentación en el primer Festival Bayreuth, en 1876.
El yelmo con cuernos efectivamente está basado en un hecho histórico, pero no era algo vikingo, precisa Emma Boast del centro vikingo Jorvik, en Inglaterra.
En el Museo Británico hay uno de la Edad del Hierro, que fue encontrado en el río Támesis. Data de 150-50 a.C.
Los vikingos usaban cuernos en sus banquetes, para tomar y los tocaban soplando para comunicarse. Aparecen representados en broches y pendientes. Pero no los usaban y menos en las batallas, pues habrían sido un estorbo al hacer que su casco fuera más pesado.
No obstante, si uno le pide hoy en día a un niño que dibuje a un vikingo, probablemente empezará con el yelmo cornudo.
“Está tan fijada en nuestra sociedad que no creo que nos podamos deshacer de esa imagen”, dice Boast.
Un vikingo en casa
“El debate sobre si los vikingos eran adorables o no empezó hace mucho tiempo”, explica Matthew Townend, quien enseña nórdico antiguo, la lengua que hablaban los vikingos, en la Universidad de York.
La película “Los Vikingos” muestra la imagen clásica que tenemos de ellos.
La imagen clásica es la que articuló la película de Hollywood de 1958 “Los Vikingos”. Protagonizada por Kirk Douglas, Janet Leigh y Tony Curtis, empezaba con lo que un crítico describe hoy en día como “una vigorosa representación de violaciones, incendios y saqueos”. Aunque, al menos, sin ningún cuerno a la vista.
En los 60s y 70s, esa imagen de bárbaros al acecho empezó a ser cuestionada.
La mayoría de los registros sobre la invasión vikinga de Inglaterra fue escrita por monjes que, como “las víctimas”, no eran objetivos, señalaban algunos académicos.
La arqueología empezó a posicionar las sagas nórdicas -escritas varios siglos después- como la evidencia más confiable.
Un punto de inflexión crucial se dio a finales de los años 70, durante la construcción de un centro comercial en el área de Coppergate de York.
La tierra húmeda había preservado casas, ropa, joyas y un yelmo vikingos, que dejaban entrever su aspecto doméstico y familiar.
“Hasta Coppergate, nuestra visión de los vikingos era sesgada”, explica Chris Tuckley, jefe de interpretación en el Centro Jorvik.
Los vikingos pasaron de ser saqueadores espeluznantes a hábiles comerciantes. Eran poetas, usaban zapatos de cuero y se peinaban el cabello.
No tan amables
Pero la corrección a “vikingos adorables” ha ido demasiado lejos, opina el catedrático de historia anglosajona en la Universidad de Cambridge, Simon Keynes.
Brutales o adorables, ahí está el dilema.
“No hay duda sobre cuán desagradables y brutos eran: hicieron todo lo que justifica su reputación”.
Robaron todo lo que pudieron. Las iglesias para ellos eran meros repositorios de tesoros para saquear. Se llevaban el ganado, el dinero y la comida. Y probablemente a las mujeres también, dice.
“Quemaban las aldeas y dejaban a su paso un rastro de destrucción”. Y era una agresión no provocada. A diferencia de la mayoría de los ejércitos, llegaron por el mar, en sus largos barcos de fondos angostos que les permitían viajar por los ríos y sorprender poblados. Era un blitzkrieg marítimo al principio, agrega.
Y lo peor era que los asaltos se repetían. Los vikingos, como ladrones que retornan una y otra vez a las mismas casas, se rehusaban a dejar tranquilos a los lugareños.
Crueldad
Hay historias espeluznantes que pueden o no ser ciertas.
Se dice que Ivar el Deshuesado era particularmente cruel.
Según las sagas, puso a Edmundo, el rey de Anglia Oriental, contra un árbol y le ordenó a sus hombres que le dispararan flechas hasta que su cabeza explotara.
Y a su rival vikingo, el rey Aelle, lo ejecutó en York cortándole las costillas en la columna vertebral, rompiéndoselas para que se vieran como alas y sacándole los pulmones por las heridas en su espalda… un método de ejecución conocido como el “Águila de sangre”.
Aunque la precisión de estas historias está en disputa.
Además, los anglosajones no eran precisamente los defensores de un prototipo de la Convención de Ginebra, señalan otros. En 2010 fueron encontrados en el pueblo costero Weymouth, sur de Inglaterra, 50 cuerpos decapitados que se cree son de vikingos ejecutados.
Comercio y telenovelas
Los vikingos llegaron hasta Terranova en Norteamérica; al norte de Francia y Alemania; y a lo que hoy en día es Rusia y Ucrania. Pero quizás es menos conocida la influencia que tuvieron en Asia central y Medio Oriente.
“Es muy difícil evaluarlos pues hicieron tantas cosas”, dice Keynes.
La fuente más abundante de escritos sobre los vikingos en los siglos IX y X está en árabe, resalta James Montgomery, profesor de árabe en la Universidad de Cambridge.
Los vikingos estuvieron en el mar Caspio donde entraron en contacto con el imperio jázaro. Quizás incluso llegaron hasta Bagdad, si se le cree a una fuente de mediados del siglo IX.
Se piensa que los vikingos, a los que llamaban “los rus”, contribuyeron a la formación del principado de Kiev, que se luego se convirtió en Rusia, dice Montgomery.
Eso ha hecho que algunos los describan como comerciantes globales más que como guerreros.
Y hay quienes incluso dicen que se inventaron las telenovelas, pues consideran a las sagas islandesas como las precursoras.
Una gran historia
La historia siempre se vuelve a escribir… varias veces.
El revisionismo es natural. Los académicos siempre están buscando un nuevo ángulo. Y la gente cambia de opinión a medida que las costumbres sociales evolucionan.
“(El escritor francés) Stendhal dijo que la biografía de Napoleón iba a ser reescrita cada seis años”, anota el historiador Antony Beevor.
Sin duda, el revisionismo y el contraargumento se refinarán.
Pero la historia de los vikingos, repleta de violencia, colonialismo y comercio, lo tiene todo. Con o sin cuernos.