¡Seguro esta historia te resulta familiar! Sales a la calle con un vestido ajustado, que te sienta perfecto y te hace ver fabulosa. Tomas tu colación y de pronto – como por arte de magia – tu abdomen se infla. Te parece insólita la rapidez con que se hinchó, tanto así que cuando tomas el transporte de regreso a casa, un señor te cede el asiento pensando que estás embarazada.
¿Te ha pasado? No te sientas mal; la causa de esta incómoda situación es la ingesta de ciertos alimentos que producen inflamación. Se trata de comidas muy ricas – y algunas, ciertamente saludables – pero que causan estragos en nuestra apariencia si no tomamos algunos cuidados.
1. Lácteos: Sabemos que la leche y sus derivados son exquisitos. Sin embargo, pueden producir inflamación a causa de la lactosa, azúcar presente en las bebidas lácteas que requiere de una enzima llamada lactasa para ser digerida. Algunas personas poseen pocas de estas enzimas en su intestino, razón por la cual este azúcar no se absorbe correctamente, provocando la hinchazón. Es lo que conocemos como “intolerancia a la lactosa”, que puede ocasionar también otras molestias estomacales.
2. Alimentos ricos en grasas, tales como carnes rojas o frituras.
3. Vegetales verdes u otros como la cebolla, coliflor y rábano.
4. Legumbres secas (frijoles, lentejas y garbanzos) ¡Ojo, que los frijoles negros no hinchan! Así es que consúmelos a gusto.
5. Frutas secas, como ciruelas o uvas pasas.
6. Cereales o pan de salvado.
Para evitar los incómodos efectos de estos productos, se recomienda suprimir su ingesta un par de semanas, para luego reincorporarlos de manera paulatina y en pequeñas porciones. Esto, ya que un intestino que tiende a abultarse tras las comidas no está cumpliendo sus funciones correctamente, y debe mejorar antes de ser “bombardeado” por alimentos que favorecen la producción de gas. Para eso, se recomienda llevar una dieta alta en fibra y tomar una infusión de té chai, verde o boldo tras haber comido
También te servirá prescindir del uso de popotes al ingerir líquidos, así como evitar el consumo de refrescos, chicles o caramelos duros. Ello, porque este problema también se origina en la absorción de burbujas de aire que se entremezclan con los alimentos para expandirse en el intestino, cosa que favorecen las prácticas mencionadas. Y, aunque sabemos que no hay nada más grato que un almuerzo bien conversado, lo mejor es guardar silencio mientras comemos y dejar la charla para la sobremesa, a fin de no tragar oxígeno de más.
Una vez que tus funciones intestinales mejoren, podrás retomar el consumo de los alimentos arriba especificados; pero conviene limitar el consumo de carnes magras o no ingerirlas cuando menos una vez por semana. Puedes reemplazarlas entonces por un delicioso almuerzo vegetariano.
Con información de Fucsia