Vale, puede que lo de «monstruos despiadados» sea exagerar, pero los resultados son los resultados. Y nosotras ya lo sospechábamos. Aunque se hayan pasado media vida llamándonos histéricas, los histéricos han resultado ser ellos.

Así lo demuestra un reciente estudio de la Universidad de Viena, que tras someter a un grupo de hombres y mujeres a situaciones de estrés de las que nos toca vivir todos los días (presentaciones de última hora o reuniones a contrarreloj), los expusieron a esas otras situaciones diarias en las que debemos comportarnos como ciudadanos idílicos. Léase consolar a una compañera de trabajo que acaba de discutir con su pareja o ayudar al becario a hacer fotocopias. Nosotras, por supuesto, reaccionamos mucho mejor y resulta que nos mostramos más dispuestas a relacionarnos con el resto del mundo. Ellos tienen a comportarse de manera egocéntrica, y menos proclive a relacionarse positivamente con los demás y sus sentimientos.

El estudio también cuenta con sus propias teorías al respecto. La científica se basa en que las mujeres, en situaciones complicadas, tienden a liberar mayores niveles de oxitocina, una hormona que facilita el comportamiento positivo en sociedad. La hipótesis psicológica se centra más bien en que nosotras hemos aprendido a lidiar mejor con el estrés, y que por ello lo afrontamos de manera más optimista. Respecto a ellos… ellos tal vez están demasiado influenciados por la idea del «líder fuerte», y se toman más en serio a sí mismos si actúan de manera tajante y sin contemplaciones. Pobres histéricos.

(Harpers Bazaar)

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