Seguro que más de una vez, o todas, te has levantado con ganas de destrozar el despertador. Nos cuesta mucho madrugar y más cuando el cuerpo no ha dormido las horas necesarias para asimilar el día. ¿Sabes por qué ocurre esto?
Se suele relacionar con la pereza, una mala noche de sueño o simplemente algo sin remedio. Según algunos estudios realizados por especialistas, como Jean Mathenson, hay un desequilibrio entre los ritmos de vida de nuestro cuerpo y los que verdaderamente vivimos. El encargado de dirigir estos ritmos biológicos es el núcleo supraquiasmático y este es el que nos juega a veces una mala pasada.
Llegar tarde al trabajo es una auténtica pesadilla, perder el mejor desayuno de tu vida junta a la que te ligaste el pasado fin de semana peor aún. Este núcleo se encarga de tomar información del exterior sobre el ciclo de luz/oscuridad y a partir de ahí segrega la hormona melatonina como reacción a lo recibido.
Durante el día, esta segregación es bastante reducida, esto hace que estemos despiertos y podamos rendir con plenitud. Aunque a muchos les sobren dosis de melatonina para regalar al resto de la humanidad. Sin embargo, al llegar la noche la dosis de esta hormona se desborda.
Digamos que después de esta observación, los problemas a la hora de levantarse vienen ligados de una falta de regulación de horarios que confunde a nuestro cuerpo. Por esta razón, la dosis de melatonina es superior a la natural a ciertas horas de la mañana y nos cuesta tanto ponernos en pie. Por otro lado, estaría el caso contrario, el insomnio. Este también se provoca por falta de melatonina, que hace que el cuerpo esté activo toda la noche.
Olvídate de las pastillas, la valeriana y todo tipo de productos para el descanso. Intenta regular tu horario, dormir las horas necesarias y hacerlo bien. Seguro que poco a poco tu cuerpo se acostumbrará a esta realidad y esta rutina te hará despertar de entre las nubes.