1. La personalidad siempre debe ser natural.
“La personalidad individual comienza en el punto preciso donde cada uno se deferencia de los demás”. Vivimos en un mundo en donde diariamente se nos “bombardea” con imágenes que nos venden una actitud, una moda, incluso una filosofía o forma de vida. Con estas imágenes es difícil no confundirse, pero el hombre no mediocre tiene su personalidad bien definida, es única e irrepetible. En otras palabras, nuestras características personales siempre nos deben diferenciar y no catalogar. “La psicología de los hombres mediocres se caracterizan por un rasgo común: la incapacidad de concebir una perfección, de formarse un ideal”.
2. Tener ideales y tenerlos bien definidos.
“La mediocridad es una incapacidad de los ideales” Un individuo que tiene sus ideales bien definidos siempre busca la constante preparación, la constante superación y la constante perfección para lograr esas metas que se ha trazado. “El hombre sin ideales hace del arte un oficio, de la ciencia un comercio, de la filosofía un instrumento, de la virtud una empresa, de la caridad una fiesta, del placer un sensualismo”.
3. No temer al cambio.
Para el hombre mediocre “todas las cosas han sido siempre así y seguirán siéndolo, desde la tierra que pisa hasta el rebaño que apacienta”. Siempre debemos creer que podemos lograr un cambio, sin importar lo difícil que parezca.
4. Dejar huella en el tiempo.
Buscar que nuestras acciones, nuestros logros y metas trasciendan en el tiempo, es decir; que “dejen huella” en una, miles o millones de personas, en un amigo, un grupo de trabajo o una nación completa. La gloria es para pocos, es para los genios, es para los que buscan trascender más allá de su tiempo de vida, para los que entienden que el ser humano forma parte de una colectividad y por esa razón buscan una obra que impacte y aporte algo a la humanidad. “La medida social del hombre está en la duración de sus obras: la inmortalidad es privilegio de quienes las hacen supervivientes a los siglos y por ellas se mide”.
5. No creernos dueños de una verdad universal.
Nunca cerrarnos a aprender o creernos dueños de una verdad universal. La realidad es que podemos aprender de cada situación, y más importante aún, de cada persona, no importa si es un importante doctor o el taxista que nos lleva a nuestro destino. Vivir es una belleza; Vivir es aprender, para ignorar menos; es amar, para vincularnos a una parte mayor de la humanidad; es admirar, para compartir las excelencias de la naturaleza y de los hombres. Muchos nacen; Pocos viven”. Nuestro hambre por aprender debe ser, entonces, insaciable.
6. Conocer nuestras fortalezas y reconocer nuestras debilidades.
“Ningún Hombre es excepcional en todas sus aptitudes”. Este punto se relaciona mucho con el numero cinco, al reconocer nuestras debilidades entendemos que somos parte de una colectividad y el talento de un individuo no es mejor que el de otro, es su complemento. “Sin la sombra ignoraríamos el valor de la luz, admiramos el vuelo del águila porque conocemos el arrastramiento de la oruga”
7. Nunca tener miedo a equivocarnos o a lo desconocido.
“El horror de lo desconocido los ata a mil prejuicios, tornándolos timoratos e indecisos: nada aguijonea su curiosidad”. Cuantas veces detenemos un proyecto o un sueño por el miedo a fracasar o peor aún, cuántas veces evitamos un comentario por el miedo de equivocarnos. “Astrónomos se negaron a mirar el cielo a través del telescopio, temiendo ver desbaratados sus errores más firmes”.
8. Poseer una opinión propia.
Muy cercano a los puntos uno, dos y siete: ser poseedores de una opinión propia y no esperar a escuchar a los demás para poder formarnos un juicio. Escuchar a los demás sin duda es importante, nos da otra perspectiva, pero cada uno debe tener una propia. Los mediocres pueden llegar a sentir la belleza de un manuscrito que se les lee, pero no osan declarar en su favor hasta que hayan visto su curso en el mundo y escuchado la opinión de los presuntos competentes; no arriesgan su voto, quieren ser llevados por la multitud.
9. No correr tras el éxito económico.
Cuando Estados Unidos ganó la Guerra Fría tomó el rol de única potencia hegemónica y aplicó alrededor del mundo una política sistemática. La gran bandera de este régimen fue el capitalismo. Este sistema nos vende la idea de que cada individuo puede ser su propio dios, trabajando con ingenio y esfuerzo se puede alcanzar el éxito. Por esta razón el dinero, en la gran mayoría de los casos, está ligado directamente con el éxito personal. Dime cuánto dinero tienes y te diré que tan exitoso eres. “El hombre mediocre que se aventura en la liza social tiene apetitos urgentes: el éxito” La pregunta es ¿Por qué quieres ser exitoso? Por ¿el dinero o la aceptación social?
10. No minimizar la opinión de los jóvenes.
Es muy común ver a personas muy exitosas desprestigiando las ideas de los jóvenes; -No tiene experiencia, esas ideas no serán aceptadas o, no esta mal, pero le falta mucho para entender como son las cosas en la vida real. “Toda sociedad en decadencia es propicia a la mediocridad y enemiga de cualquier excelencia individual; por eso a los jóvenes originales se les cierra el acceso al Gobierno hasta que hayan perdido su arista propia, esperando que la vejez los nivele, rebajándolos hasta los modos de pensar y sentir que son comunes a su grupo social”. En verdad en cambio y el futuro esta en los jóvenes, pero no se debe esperar hasta que pierdan sus ideales para darles una oportunidad.
Fuente: Elartedesabervivir.com